Hogar de nuestros abuelos, icono de nuestra nacionalidad, orgullo pampeano.

El rancho de adobe

Por Christian Fasani | 16-05-2020 11:00hs

Rancho de adobe, “huraño de puerta afuera, pero santo puerta adentro”, fresco en verano, caliente en invierno. Rancho precario fabricado de barro, paja y bosta. Simple vivienda familiar pero difícil de comparar por su calidez, centro de reuniones con asados, vino y guitarra.

Fueron viviendas de puesteros en los campos y colonos. Siempre se instalaban en un alto del terreno, puerta, ventana y alero apuntando el este, hacia la salida del sol y la parte trasera al sur, con paredes reforzadas y ciegas, dándole el anca al viento sur y a las lluvias fuertes que vienen del "lao de afuera".

Para armar el rancho se plantaban los palos esquineros marcando las cuatro esquinas y en el centro los palos más altos llamados horcones donde se apoyaba la cumbrera del techo a dos aguas. Una vez armado el esqueleto se levantaban las paredes y el techo que era de paja. Hay varios tipos de paja, pero las mejores, según los entendidos, eran las de los bajos, una variedad que la llamaban "esparto", una paja verde brillante y algo enroscada.

Cerca del esqueleto del futuro rancho se preparaba el barro, se hacía un pozo y a pata de caballo se mezclaba con la bosta seca. Esto es el adobe que se amasa con la paja haciendo un chorizo que se va enlazando en los alambres que circundan el esqueleto.

Cada chorizo se va aplicando a horcadas sobre el alambre, una y otra vez, y así, chorizo tras chorizo se va cerrando el rancho, dejando espacios para la puerta y la ventana que generalmente era chiquita. En esta tarea trabajaba toda la familia, aunque nunca faltaba un generoso vecino dispuesto a colaborar.

 

Simple vivienda familiar pero difícil de comparar por su calidez, centro de reuniones con asados, vino y guitarra.

 

A medida que va secando el chorizo se preparaba barro más chirlo mezclado con paja y bosta para realizar el revoque, y luego el revoque final con barro más liviano, sin paja y a mano, las paredes quedaban impecables y al secarse eran tan duras que casi eran eternas.

Por lo general los ranchos tenían una sola habitación grande separada por cortinas hechas de bolsa de harina o arpillera, baño afuera y al fondo. Algunos ranchos aún siguen en pie aguantando vientos, lluvias y escarchas, pero de otros, sólo quedan la lomada y alambres sueltos alrededor de árboles añejos.

Luego el chorizo de barro se reemplazó por el ladrillo asentado en barro, los requisitos de la colonización eran exactamente la construcción de casas de material donde incluyeran el baño adentro y la casa cerrada, sin pasar por galerías. Los techos de paja se fueron reemplazando por chapas y el fogón por la cocina económica.

El rancho, con esa peculiar manera argentina de percibir la realidad, fue mirado muchas veces con desprecio o vergüenza. Nada más lejos de eso, fue pilar de nuestra Patria, fue el hogar de quienes defendieron y trabajaron contribuyendo al progreso y desarrollo

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