Especialistas forestales estiman que recuperar los ecosistemas naturales afectados por los focos de incendios en Río Negro y Chubut, en el primer trimestre de este 2021, puede demorar varios años.

Se trata de unas 10 mil hectáreas de bosques patagónicos (6300 ha. en el Bolsón y 3864 ha en Chubut) que, para su lenta recuperación, se necesita avanzar en una restauración pasiva y diseñar un plan estratégico. Este proceso puede demandar décadas, aunque existe una ventana ecológica en los dos primeros años que es clave para permitir la estabilización natural del sistema y decisiva para definir su futuro.

“Lo más urgente es garantizar una restauración pasiva que implica no alterar el lugar afectado por el incendio para dar lugar a que el sistema comience a dar signos de una recuperación natural y luego avanzar en una restauración activa que implica diseñar un plan estratégico de restauración del bosque”, señaló Verónica Rusch, especialista del grupo de ecología forestal del INTA Bariloche. Rusch trabaja con sistemas de modelización que brindan información para la toma de decisiones estratégicas al momento de planificar la restauración.

El efecto de estos incendios provoca pérdidas de gran magnitud en los ecosistemas naturales y agudiza los procesos de degradación de esos ambientes.

Este es un período crítico, y al respecto, Rusch señaló que, lo primero que hay que tratar de impedir, “es el paso del ganado para evitar que se alimenten de las especies con capacidad de rebrote y las plantas que puedan instalarse con el advenimiento de las semillas, no extraer las ramas y los árboles caídos que frenan la erosión y atrapan las semillas, como así también los árboles quemados en pie que funcionan como perchas para que las aves se posen y depositen las semillas que transportan en su tracto digestivo”.

La especialista de INTA hizo referencia a la particularidad de cada especie de árbol con respecto a su recuperación. El ciprés de la cordillera ha evolucionado en áreas con sequías recurrentes y por ende está adaptado a las mismas, podrá producir abundantes semillas en forma frecuente e instalarse nuevamente si hay árboles semilleros. En cambio, la lenga es más susceptible a las sequías y su recuperación será muy difícil o incluso imposible en este contexto. Por ello, recomienda buscar los sitios más húmedos como cañadones y laderas frescas para concentrar allí los esfuerzos de restauración.

La restauración de bosques es una de las acciones ecológicas más costosas. En tal sentido, la especialista consideró que: “es importante definir cuáles son los sitios ambientalmente y productivamente más valiosos y en cuáles hay mayor probabilidad de conseguir una recuperación. En algunos sitios habrá que enriquecerlos con especies tolerantes como arbustos y en otros se podrá avanzar con la implantación de árboles”.

Para Rusch, los métodos que se utilizan en este caso “sirven para tener en claro cómo queda el sistema, que acciones se podrían implementar y determinar cuántos recursos implicarían estos esfuerzos”.

La especialista en agroecología forestal explicó que se trata de un método que modela los estados y transiciones de la vegetación y permite conocer el impacto del manejo, el pastoreo o los incendios en los sistemas ambientales, sumado a un software que permite tomar decisiones y evaluar sus consecuencias.

Si te interesó esta nota, te sugerimos leer: En Diputados comienza el debate por la nueva ley de biocombustibles