OPINIÓN

Fuego Controlado

Las noticias e imágenes que provienen de Australia son horribles: el fuego devorándose millones de hectáreas de bosques, decenas de víctimas, miles de casas destruidas, se contabiliza más de un millón de animales muertos y las desgracias continúan por meses.

Por Gerardo Gallo Candolo | 25-01-2020 03:00hs

Salvando las distancias, orígenes y consecuencias, ¿qué pueden aprender de esta calamidad los ganaderos argentinos que tienen sus campos en zonas de monte, como también de lo ocurrido en Brasil y Bolivia en agosto de 2019?

Los montes, en su desarrollo, van acumulando material inflamable

Los montes, en su desarrollo, van acumulando material inflamable: leña y follaje que se van acumulando con el correr de los años. A medida que crece el bosque, si hacemos un paralelismo con la vida ciudadana, sería como acumular tanques de combustible en un mismo galpón a través del tiempo, un monte, cuanto más viejo es más peligroso si ocurre un siniestro.

Para un buen manejo que minimice el efecto devastador del fuego hay que tomar medidas (a las que los ambientalistas se oponen): fuegos controlados y desmontes parciales para hacer los contrafuegos correspondientes.

¿Para qué se hacen esos desmontes parciales? Son caminos que dividen o “cuadran” el monte en parcelas y que sirven de contrafuegos, normalmente no representa más de 1% de la superficie y se debe mantener libre de malezas para que cumpla su cometido.

Cuando ocurre un siniestro accidental o fuego controlado, por él se desplazan hombres y equipos para intervenir. El fuego no debe pasar a otro lote o parcela y menos a un vecino.

¿Qué es un fuego controlado? Es el producido por el hombre sobre una parcela en condiciones determinadas

¿Qué es un fuego controlado? Es el producido por el hombre sobre una parcela en condiciones determinadas y en una o dos parcelas del campo cada año. Puede ser que las condiciones no se presenten un año y, en consecuencia no se hacen. Cada región tiene sus “recetas” para lograrlo. Por ejemplo en La Pampa debería hacerse en febrero, luego de una lluvia, con temperaturas y velocidad del viento límites, se enciende según la orientación del viento. Previamente se pide permiso a la provincia y se avisa a los vecinos que se ayudan mutuamente haciendo guardia y controlando el siniestro, sobre todo por si cambia la orientación del viento.

De ésta manera se van rebajando la cantidad de material ignifugo del sistema y el monte crece al otro día con más “fuerza”, y las semillas de especies anuales empiezan a nacer con las lluvias de marzo. La mayor actividad de la fotosíntesis a partir de ese momento absorbe más dióxido de carbono que el liberado por el fuego, además de proveer más y mejor alimentación a las vacas.

Entorpecer esta forma de trabajo al propietario, siempre que se haga como corresponde, es peligroso al sistema, contribuye a acumular riesgo, sobre todo cuando se dan condiciones de sequía.

Cuando ocurren estos fenómenos se pierden alambres, instalaciones, sucumbe hacienda y se pone en riesgo vidas humanas. Las ONG y todos los gobiernos provinciales deberían contar con esta herramienta que aumenta la producción y rebaja los riesgos.

 

(*) Gerardo Gallo Candolo es Ingeniero Agrónomo y Periodista Agropecuario; asesor y administrador de empresas agropecuarias y analista del sector en medios periodísticos: Radio Mitre, Radio Cooperativa y Canal 26.

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