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Guerra a los yuyos

Continuamos con las recomendaciones sobre el cultivo de trigo, en este caso en particular el tema de malezas, pues para llegar a la etapa crítica del llenado del grano con una buena humedad es fundamental una correcta eliminación de las mismas.

Por Gerardo Gallo Candolo | 16-05-2020 10:00hs

Decíamos la semana pasada que con el cargado del perfil del suelo con las recientes lluvias tenemos mayores posibilidades de una excelente cosecha de trigo. Para llegar a la etapa crítica del llenado del grano con una buena humedad es fundamental una correcta eliminación de malezas. Prestemos atención a algunos errores que se observan a menudo con los controles químicos.

Cuando nuestras siembra era convencional el trigo arrancaba en punta después de un disco y el control de malezas en estado vegetativo era muy simple: hormonales al macollaje como el 2,4 d, y se le agregaba algún Tordón o Banvel cuando el lote presentaba alguna maleza resistente como Sanguinaria o Enredadera.

Una de las tantas ventajas de la siembra directa es el mantenimiento de la humedad del suelo por la menor evaporación, pero además debemos mantener sin yuyos el lote para que eso sea efectivo. Por la falta de labores previas es necesario sumar tratamientos de preemergencia para que el trigo arranque libre de competencia. La aparición de malezas resistentes al glifosato y otros herbicidas nos complican el manejo, además de sumar costos.

Repasemos cuatro errores que se observan cotidianamente en el campo, muy simples de modificar y de costo cero al planificar nuestra estrategia:

1) No aplicar pre-emergentes con poca humedad del suelo. Para un correcto trabajo de los herbicidas pre-emergentes es necesario un adecuado nivel de humedad del suelo que permita la germinación de las semillas de malezas y que solubilice al herbicida en la solución del suelo.

2) Aplicación inadecuada; muchos controles desparejos dentro del lote que a veces se lo atribuimos a resistencias pueden deberse a ello. Nuestro asesor puede plantear estrategias perfectas pero en la ejecución pueden cometerse errores por falta de controles técnicos sobre el terreno. El glifosato, por ejemplo, es un herbicida que se trasloca dentro de las plantas con los productos de la fotosíntesis, es decir que la maleza debe estar activa. Sería muy poco efectivo aplicarlo si no tiene unas dos o tres horas de luz para ser absorbido. No es nada inusual finalizar una aplicación a esta altura del año a las seis de la tarde. Si el herbicida no penetró puede diluirse con el rocío, e incluso perderse. Otro error es la dilución en el tanque, no debe ser menor al 2%, lo ideal sería más cercano al 3% hablando de glifosato 48.

3) Sabemos que todos los herbicidas producen alguna merma de rendimiento en el cultivo. El trigo gasta algunas reservas para descontaminarse de sus efectos, pero para que ese “gasto” sea mínimo y no afecte al rinde el herbicida debe aplicarse en el macollaje que es el momento de mayor tolerancia. Como regla general nunca debe pulverizarse antes de las tres hojas desplegadas y hasta el comienzo del encañado. Como excepción tenemos al Hussar, Metsulfuron y Finess que pueden aplicarse hasta el segundo nudo y el Starane hasta poco después de aparecer la hoja bandera.

4) Y por último, recordemos que no debe aplicarse ningún herbicida cuando el trigo este afectado por una helada, sequía u otro factor de stress. Es posible que en esos casos tampoco hagan el efecto esperado en las malezas.

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