GRITO DE ALCORTA

Hace 109 años nacía la Federación Agraria Argentina

1912 fue un año de una cosecha extraordinaria, pero a los productores casi nada les quedó en sus bolsillos. Hartos de injusticias y explotación, los pequeños productores pasaron de la bronca y la indignación a la rebelión.

Por Jorge Pirotta | 15-08-2021 05:50hs

Junio de 1912 fue un mes muy frío, pero en la sede de la Sociedad Italiana de Socorro Mutuo e Instrucción de la localidad santafesina de Alcorta el ambiente se calentaba día tras día. Allí se empezaron a nuclear los campesinos de toda la región, cansados de las condiciones de trabajo abusivas a las que los tenían sometidos los arrendatarios, tratando de buscar una solución a su situación.

La propiedad de la tierra estaba en ese entonces en manos de lo que hemos conocido como la “oligarquía terrateniente”, es decir, el pequeño grupo de familias ricas que se repartían el dominio territorial en todo el país. En la región que hoy se conoce como zona núcleo, la producción estaba centrada fundamentalmente en el trigo, cuyos excedentes se exportaban generando importantes recursos para la Argentina.

Pero los dueños de los campos en muchos casos ni siquiera los pisaban, y a veces hasta ni los conocían. Los que se encargaban de administrar sus campos eran los arrendatarios, generalmente gente de su confianza con algo de capital como para establecerse en el campo, muchas veces al frente de los conocidos almacenes de ramos generales donde todos los campesinos se aprovisionaban de sus elementos de necesidad para el trabajo y el consumo familiar.

La “calentura” de los pequeños productores se debía a que el sistema de trabajo que se les imponía se tornaba absolutamente inviable e insoportable para las familias que trabajaban sacrificadamente en los campos de los grandes terratenientes para comprobar al final de la campaña que no les quedaba prácticamente nada para sus hogares.

El país agroexportador que soñaron los líderes nacionales de la “Generación del 80”, a finales del siglo XIX, necesitaba urgentemente mano de obra para aprovechar el potencial del campo argentino.

Fue así que se favoreció y desarrolló un intenso proceso de inmigración europea, fundamentalmente de campesinos corridos por el hambre en sus tierras de origen, que al llegar a nuestro país colonizaron poco a poco todo el espacio adecuado a la producción agrícola, siendo el sur de Santa Fe y Córdoba junto al norte de Buenos Aires, la zona de mayor producción.

Pero la forma en que el trabajo estaba organizado generaba un sinnúmero de desigualdades e injusticias a la hora de repartir los beneficios de la producción.

Los arrendatarios eran los representantes de los verdaderos dueños de los campos, pero actuaban con plenas facultades como si fueran ellos mismos los dueños. De manera que subarrendaban parcelas a las familias campesinas inmigrantes en condiciones de explotación, pero que fueron aceptadas porque era la única oportunidad que teníanesa de establecerse en una actividad productiva y afincar su vivienda.

Finalmente, entre lo que se llevaba el dueño del campo y el arrendatario, los que trabajaban la tierra estaban condenados a la necesidad y a las penurias.

Los productores decidieron en ir a la huelga general e hicieron un llamamiento a la resistencia. Su “grito” se expandió como reguero de pólvora por toda la región.

Esa fue la simiente que dio origen a la creación de la Federación Agraria Argentina, entidad que hasta el día de hoy representa mayoritariamente a los pequeños y medianos productores agropecuarios.

Hace hoy 109 años comenzó la lucha de esos hombres y mujeres de campo, las familias campesinas inmigrantes de origen, por defender su trabajo y el arraigo a la tierra que trabajaban pero que no les pertenecía.

Como ya hemos dicho en otras oportunidades, tuvieron que pasar varias décadas para que el gobierno de Perón estableciera las primeras políticas de verdadera colonización del campo argentino, entregando tierras a los que las trabajasen.

Pero ese es otro de los tantos capítulos de la historia del campo argentino que profundizaremos en otra entrega.

Hoy, desde El Agrario, saludamos a los miembros de esta entidad nacida en la lucha y honramos la memoria de aquellos padres y madres de familia, honestos productores que se plantaron y dijeron “basta” a las inequidades de un modelo que tal vez demoró demasiado en cambiar y que sigue generando el llamado al #TrabajoDignoEnElCampo.

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