DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

Los más ricos deberían aportar mucho más

La Argentina no escapa a la realidad del mundo global en que vivimos. Es una sociedad profundamente desigual, con ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. A imagen y semejanza de lo que acontece a nivel mundial, la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos se profundiza día tras día.

Por Jorge Pirotta | 12-06-2022 10:26hs

Hambre y opulencia conviven como un insulto a nuestra condición humana, mientras desde el poder real se intenta hacer que la ciudadanía, es decir, los votantes, los consumidores, el pueblo, acepte le injusticia social como irreversible. Pero ¿Es irreversible? ¿Estamos condenados a vivir con la incertidumbre de un futuro digno para nuestros hijos?

Quienes hoy detentan riquezas, ¿podrán asegurar a sus descendientes una vida tranquila en una sociedad cada vez más dramáticamente injusta? ¿Le parece que exagero? Acompáñeme, por favor, hasta el final de este artículo. Después me dice.

Siempre he criticado el concepto tramposo del “ingreso per cápita”, un número mentiroso que usa el liberalismo para decirnos que las cosas están mucho mejor de lo que en realidad están. Los datos más actualizados de este guarismo indican que el “ingreso per cápita” de la Argentina ronda los 9.000 dólares, algo así como (en argentino) unos 150 mil pesos mensuales de ingreso por cada uno de los habitantes de este suelo. Si eso fuera cierto, y estuviéramos viviendo en una sociedad equitativa, una familia tipo de cuatro integrantes tendría un ingreso mensual de 600 mil pesos. ¡¿Cómo?!

El ingreso per cápita surge de dividir la suma de todo el ingreso nacional por la cantidad total de habitantes del país. Pero este número nada nos dice de la verdad: la injusta, desigual y perniciosa distribución del ingreso.

La sociedad dividida en 10 escalones de la misma cantidad de habitantes, organizados de menor a mayor por el ingreso que cada “decil” acumula, nos muestra que el 10% que está en la cúspide económica de la sociedad absorbe el 30% del ingreso total, lo mismo que se lleva el 60% de los habitantes que están en la base de la pirámide.

Por otra parte, el 10% de ingresos más bajos apenas logra el 1,5% del ingreso total. Lo que, en otras palabras, quiere decir que el 10% más rico gana 20 veces más que el 10% más pobre.

Tal vez su experiencia personal o conocimiento académico pueda poner en duda estos datos. Es posible. De hecho, personalmente creo que la realidad es todavía peor a lo que acabo de describir.

Pero estos son datos obtenidos del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), organismo hoy dirigido por Marcos Lavagna continuando, para bien del país, con una prolija labor desarrollada por Jorge Todesca en la gestión anterior. Es decir, el INDEC recuperó profesionalismo y credibilidad. Así que no pongo en duda la información que brinda. Solo que, a veces, los números son fríos y la realidad, cuando duele, calienta hasta al más tranquilo.

No obstante, hay que reconocer que no es tarea sencilla recolectar información precisa y totalizadora. Nuestro Estado tiene muchas carencias en materia de información, sobre todo de las áreas menos pobladas, el campo, el interior profundo de nuestro país.

El último trabajo publicado por el INDEC sobre la evolución de la distribución del ingreso recoge la información de los 31 principales conglomerados urbanos de la Argentina durante 2021. Gran trabajo, pero con la limitación que expusimos anteriormente.

El mencionado estudio muestra conclusiones para 9.524.491 hogares, los cuales totalizan 29.006.496 personas, aproximadamente el 61,3% de la población total del país.

La investigación muestra, por ejemplo, que el 20% de los hogares tuvieron ingresos menores a 43 mil pesos mensuales en el último trimestre de 2021. Hablamos de casi 1 millón 900 mil familias que nuclean a unas 4 millones 400 mil personas. Y subiendo en la pirámide, las cosas no cambian sustancialmente: el 60% de los hogares relevados no llegaban a los 100 mil pesos mensuales, representando 5 millones 678 mil hogares y más de 15 millones 800 mil personas. Estos datos oficiales nos dicen que la mayor parte de la población de nuestro país se encuentra cotidianamente luchando por subsistir. No existe la más mínima capacidad de ahorro, imposible pensar en mejorar, en ascender social y económicamente.

Por supuesto que la falta de trabajo es un problema estructural de nuestro país al que los sucesivos gobiernos, de distinto signo, no han resuelto. Personalmente quisiera que haya trabajo para todas las personas que estén en condiciones de trabajar. Prefiero el trabajo a los planes sociales, por supuesto. Pero ¿Qué sería de nuestro país si no existieran los planes sociales? Fueron una solución de emergencia después de la crisis de 2001, pero nunca pudieron ser reemplazados en su totalidad por trabajo genuino, lo cual arruinó culturalmente varias generaciones, boicoteando el trabajo como valor, comprendido como derecho humano y como obligación moral de todo aquel que vive en una comunidad.

La Argentina se hizo con trabajo y producción. No me imagino otra forma de crecer como país. Acabo de señalar que los gobiernos no pudieron, no supieron o no quisieron resolver el problema. Pero ¿Es únicamente responsabilidad de los gobiernos? Quienes detentan poder económico ¿No tienen que poner también su esfuerzo y creatividad?

Prefiero el trabajo a los planes sociales, por supuesto. Pero ¿Qué sería de nuestro país si no existieran los planes sociales? Fueron una solución de emergencia después de la crisis de 2001, pero nunca pudieron ser reemplazados en su totalidad por trabajo genuino

Yo creo que los más ricos deberían aportar mucho más a la sociedad. Ya no me importa cómo hicieron la plata. Pero si tienen tanta, deberían pensar que tienen una responsabilidad con el país que les permitió y les permite ser ricos. ¡Ojo! No estoy en contra de que haya ricos, los felicito. Me preocupa mucho que cada vez haya más pobres, que cada vez parezca más “la Argentina año verde” lo que nuestros abuelos pudieron hacer, con mucho esfuerzo, para darle a su descendencia una vida mejor.

Las 25 personas o familias más ricas de la Argentina tienen en conjunto un patrimonio declarado de 35 mil millones de dólares. Tengo la lista delante de mí. La encabeza Alejandro Bulgheroni y familia con 5.400 millones de dólares. Hay algunos políticos: Mauricio Macri, con 540 millones; Francisco De Narváez con casi el doble y Alberto Pierri, con 370 millones de dólares.

En la lista hay nombres conocidos y otros no tanto. Nuevos ricos brillantes como el creador de Mercado Libre, Marcos Galperín. El único de toda la lista que ha hecho feliz a todo el pueblo argentino es Lionel Messi. De él sí se sabe cómo juntó los 500 millones de dólares que tiene. Es el único. Y su sensibilidad social y compromiso es pública y conocida.

Diego Maradona seguramente hubiera estado también en esta lista. El fue el primer millonario que dijo que había que apoyar el impuesto a la riqueza. “Yo sé lo que se siente en la panza después de tres días sin comer” dijo en una oportunidad. Nunca se olvidó de sus orígenes humildes.

Recordemos que los argentinos tenemos la espada de Damócles de la deuda externa que dejó el gobierno del ingeniero Mauricio Macri y nos condena por 100 años por la suma originaria de ¡44 millones de dólares!

Se sabe que en el exterior hay más de 400 mil millones de dólares de argentinos y argentinas en distintos “paraísos fiscales”. Sigo insistiendo en que lo que menos importa es cómo hicieron esa plata. Lo que me rebela es que les importa un pito el país en el que nacieron y el que les posibilitó generar esa cantidad de dinero.

Recordemos que los argentinos tenemos la espada de Damócles de la deuda externa que dejó el gobierno del ingeniero Mauricio Macri y nos condena por 100 años por la suma originaria de ¡44 millones de dólares!

Yo sé que, según el saber popular, el capital no tiene patria ni bandera. Pero no puede ser que nos vistamos de celeste y blanco solo cuando juega la Selección Nacional de Fútbol. Y eso incluye a los más ricos también.

Gobernar es crear Trabajo” dijo el más grande estadista que tuvo nuestro país en el siglo pasado. En los cursos y charlas en los que me ha tocado y me toca muchas veces participar, suelo preguntar si la política de pleno empleo que ejecutó Perón entre 1946 y 1955 puede repetirse, si el 54% de la renta nacional que detentaron los trabajadores en su tercer gobierno puede repetirse. Más de uno me mira incrédulo, algunos dicen que es imposible y reconozco que pocos afirman que es posible tener una política nacional de desarrollo, con trabajo, producción y condiciones sociales progresivas.

Un amigo y compañero me dijo los otros días que los medios masivos controlados por el poder económico concentrado se la pasan diciendo que los problemas argentinos son culpa del peronismo y sus políticas. Mientras lo calmaba, yo le dije “No, los problemas que tenemos son, principalmente, porque tenemos gente con mucho dinero que se ríe de nosotros, como lo hizo cínicamente Federico Braun hace pocos días, confesando risueñamente que en La Anónima se la pasan remarcando precios”.

Pero cuando me quedé solo me pregunté: ¿Esa es la única respuesta? … Debo confesar, con bronca y dolor, que también nos está haciendo falta coraje y convicción para volver a encaminar al país en la senda del trabajo y la producción. Y los primeros que tienen que demostrar ese coraje y esa convicción son nuestros políticos. Todos, no importa el signo. Obviamente, la responsabilidad mayor es del gobierno. Pero cuando veo algunos debates en el Poder Legislativo, parece que hay una realidad que la mayoría no ve, o no quiere ver.

Esperemos que no sea tarde para que, cada uno desde donde le toque estar, reaccione con vigor frente a la profunda desigualdad social y contribuya a construir un país mucho mejor, un país que, con su potencial, debería permitir que todos sus habitantes vivan dignamente.


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