Corría noviembre de 2005. En Argentina gobernaba Néstor Kichener, Lula da Silva en Brasil, George W. Bush en Estados Unidos. El reciente Papa era Benedicto XI, luego de la muerte de Juan Pablo II, ese mismo año. Así de diferente era aquel mundo en el que Angela Merkel llegaba al poder, hace casi 16 años. Este domingo Alemania celebra las primeras elecciones en las que la mujer que lideró al país de mayor peso de Europa, la mujer más poderosa del mundo según la revista Forbes en 2018, no estará presente. Así, la larga etapa con Merkel como canciller alemana llegará a su fin una vez que se conforme el nuevo gobierno a partir de los resultados de las elecciones de este domingo.

Alemania tiene un sistema parlamentario, diferente del sistema presidencialista argentino y que es compartido por los países de nuestra región, así como por Estados Unidos. En el parlamentarismo, el Jefe de Gobierno es elegido por los representantes del pueblo en el parlamento. Es decir, los ciudadanos no eligen directamente al Jefe de Gobierno (en Alemania llamado canciller), sino que eligen cómo será la composición del parlamento. Así, del resultado de las elecciones surge una nueva conformación del parlamento, con partidos que ganan bancas y otros que las pierden, y es a partir de esta nueva conformación que se elige al canciller. Los partidos políticos deben negociar alianzas para alcanzar más de la mitad de los votos en el parlamento, ya que comúnmente ninguno llega por sí sólo a la mayoría. Las negociaciones que dan lugar a la conformación del gobierno incluyen al cargo del canciller, pero también el de los ministros.

El cambio que se avecina en Alemania no tiene que ver solamente con la salida de Angela Merkel luego de 16 años. La CDU, la democracia cristiana, el partido del que ella forma parte, tiene grandes chances de quedar fuera del gobierno, siendo que es el partido que ha gobernado por más tiempo en el país. Lo más probable es que el actual gobierno de centro derecha de lugar a un gobierno de centro izquierda, encabezado por Olaf Scholz, del SPD, la socialdemocracia. En ese caso el SPD debería negociar el apoyo de dos partidos más para lograr formar gobierno, siendo las alternativas los Verdes (partido ecologista), Die Linke (la izquierda), y el FDP (liberales, que históricamente han acompañado tanto a los gobiernos de la CDU como del SPD).

No obstante las encuestas de intención de voto dan la preferencia a Olaf Scholz, del SPD, el resultado electoral está abierto. La CDU aún puede sorprender y habrá que ver qué sucede con los Verdes, que hasta agosto figuraban como segunda preferencia entre los alemanes. Además del resultado abierto de la elección, aún restarán las negociaciones para conformar gobierno, algo que puede durar desde semanas hasta meses. En el caso de Angela Merkel en 2005, esas negociaciones duraron 5 meses.

Desde Argentina y el Mercosur, uno de los elementos a tener en cuenta es el resultado electoral de los Verdes. El crecimiento electoral de esta fuerza política en los últimos años ha sido uno de los factores que impulsó a Merkel a adoptar algunos elementos de la agenda ambientalista. En ese orden, el acuerdo Unión Europea/Mercosur fue reiteradamente puesto en suspenso por funcionarios alemanes, teniendo generalmente como argumento la política ambiental y el uso de pesticidas dentro del bloque del Cono Sur, pero fundamentalmente apuntando contra Brasil. Amazonas y Bolsonaro han sido el gran leitmotiv repetido por los países europeos para frenar el acuerdo. Un buen resultado de los Verdes, que incluso tienen chances de ocupar el Ministerio de Relaciones Exteriores, según consigna el portal de política internacional El Orden Mundial, afectaría todavía más el acuerdo de libre comercio que no ha avanzado desde el anuncio de principio de entendimiento en 2019.

El crecimiento de la ultra derecha es otro de los temas a observar. Alternativa por Alemania (AfD), partido que se opone a la Unión Europea, la llegada de inmigrantes y otras pautas nacionalistas y conservadoras, ha crecido en los últimos años, sobre todo en el Este del país, la región que estuvo bajo la influencia soviética y que tiene un desarrollo menos que el Oeste. Es en el Este donde AfD y Die Linke, esta última democrática y anticapitalista, tienen su fortaleza. El crecimiento o no de AfD, y el posible declive de la CDU (la derecha tradicional), abren el interrogante respecto a la continuidad o no del llamado “cordón sanitario”, el acuerdo de las fuerzas políticas democráticas para aislar a los extremistas. Fue por la política del cordón sanitario que, en febrero de 2020, Angela Merkel intercedió políticamente para disolver el gobierno recién formado en la provincia de Turingia, al haber contado con la incorporación en el mismo de la AfD. Merkel prohibió cualquier alianza de la CDU con la AfD, pero al interior del partido de la derecha alemana no hay un acuerdo total respecto a mantener esa política.

Por tratarse de uno de los países más poderosos del mundo y por los motivos mencionados, la elección de este domingo en Alemania tiene un interés especial. Con un resultado electoral abierto y con todas las negociaciones para la conformación de gobierno por delante, la única certeza es que se trata del fin de la larga etapa con Angela Merkel en el poder.

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