10 DE DICIEMBRE, DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS

Restauremos nuestra memoria y nuestros valores

Este 10 de diciembre recordamos un aniversario más de la “Restauración de la Democracia” en nuestro país. Estamos iniciando el último año de la cuarta década de democracia ininterrumpida, pero nos falta mucho para ser el país que queremos, el país que la inmensa mayoría de los argentinos soñamos. Acompañame a analizar el momento actual y no te pierdas las declaraciones de Eugenio Zaffaroni.

Por Jorge Pirotta | 11-12-2022 09:24hs

El país que soñamos todos (o casi todos) es con democracia, no puede ni debe caber otra posibilidad. Que tengamos ese país depende de nosotros, la ciudadanía argentina, de nadie más.

No importa el color político, importa honrar la celeste y blanca, como lo hacemos cuando hinchamos con tanto sentimiento por nuestra Selección Nacional de Fútbol, importa sentirnos orgullosos de tener la nacionalidad argentina y comprometernos con ella.

También, cada 10 de diciembre, se recuerda en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos, desde que ese día de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), que es el documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Está disponible en más de 500 lenguas y es el documento que más se ha traducido en todo el mundo. (Fuente ONU).

La casi totalidad de los que componemos la ciudadanía argentina simplemente queremos un país en el que se pueda vivir con tranquilidad, en Libertad, con la certidumbre del camino en el que transitamos, en el que haya trabajo y producción, en el que nuestros investigadores sean valorados, en el que se protejan nuestros recursos y nuestra soberanía, un país que nos incluya a todos, pero un país en el que el que menos tenga pueda vivir dignamente.

Sin embargo, hay un minúsculo grupo de personas que quiere otra cosa.

¿Quiénes son? No acostumbran a dar la cara. Los más poderosos, los verdaderos dueños del poder económico concentrado, aliado histórico de los capitales transnacionales y monopólicos, no aparecen en programas de televisión, no se expresan por las redes sociales, no dan conferencias y mucho menos brindan declaraciones públicas.

Todo lo hacen en la clandestinidad de sus opulentos despachos, de sus fastuosas mansiones o de las faraónicas propiedades de extranjeros que violan la ley argentina, como el británico Joe Lewis, en cuya estancia del Lago Escondido se alojaron autoridades nacionales, como el expresidente Macri, y se perpetraron muchos encuentros de “coordinación” de acciones en contra de la voluntad popular y de líderes populares, como trascendió hace una semana, conspirando jueces, empresarios y dueños de medios, en este caso del Grupo Clarín, en contra de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Al respecto, mi pensamiento democrático considera que es lógico que se pueda estar de acuerdo o no con Cristina, pero de ninguna manera se puede ignorar la extraordinaria valentía con la que la vicepresidenta contestó la resolución de la justicia que la condenó a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

En su enérgica alocución desde su despacho en el Senado, Cristina finalizó dirigiéndose imaginariamente a Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín y principal referente del grupo conspirador, diciéndole que el 10 de diciembre del año que viene, cuando venza su mandato y ya no tenga fueros, podrá ir presa, pero jamás será su sirviente.

Cuando vemos la escasa o nula repercusión o respuesta, en sectores políticos especialmente opositores, a esta decisión de la justicia absolutamente aberrante y cuestionada por los más altos juristas de nuestro país y del extranjero, debemos empezar a darnos cuenta de que venimos entrando en una etapa tenebrosa de nuestro país. Una etapa en la que pareciera que todo vale.

Yo recuerdo el 30 de octubre de 1983 muy vívidamente. Yo era un joven militante político ejerciendo por primera vez en mi vida la función de “fiscal general” en la votación que después de tantos años nos daría la posibilidad de poner un presidente electo por el pueblo en la Casa Rosada. Y cuando se acercaba el final de la votación, a las 18:00, yo me encontraba fiscalizando en el enorme salón de la planta baja de la que en ese entonces era la Caja Nacional de Ahorro Postal, hoy Anexo del Congreso de la Nación.

¡Éramos tan jóvenes! podría decir, parafraseando al genial Alberto Olmedo. ¡Era tan fuerte el deseo de recuperar la democracia … y olvidar el miedo que nos metieron en la cabeza a todos! La mayoría allí éramos muchachos y muchachas muy jóvenes, había algunos mayores con evidente más experiencia, paro ahí había gente de todas las ideas, de todos los partidos, de todos los candidatos.

Y cuando sonaron las 18:00 hs. se escuchó fuerte a un hombre que gritó: “¡Compañeros, son las 6 de la tarde, se acabó la dictadura!” No era así, por supuesto, solo se había acabado la votación, pero igual el espíritu argento popular explotó, nos transformamos en una hinchada nacional y empezamos a cantar a viva voz todos: “¡Mire, mire qué locura! ¡Mire, mire qué emoción! ¡Se acabó la dictadura la reputa madre que la reparió!”. ¡Vibraban nuestros corazones sacándonos la bronca de tanto odio sobre el pueblo, de tanta violencia, de tanta entrega de nuestro país, del dolor de Malvinas y nuestros amigos y compañeros caídos y maltratados al volver!

A casi 40 años de ese momento, con gobiernos electos por el pueblo, con plena vigencia de la Constitución, todavía la mayor parte de los problemas de nuestro país no están resueltos. Y las mayorías nacionales no nos ponemos de acuerdo en las grandes políticas de estado. ¿Nos quedamos sin estadistas? ¿Sin políticos que piensen más allá de una elección?

Como afirma la C.G.T. en una reciente publicación, “el salario digno, la salud, la educación, la vivienda, las condiciones de higiene, seguridad y respeto en el trabajo, y hasta la propia vida, son Derechos Humanos de todos los trabajadores y todas las trabajadoras”, es decir, agrego yo, de la casi totalidad de la ciudadanía argentina. Porque, como decía el general, “hay dos clases de hombres, los que trabajan y los que viven de los que trabajan”; también dijo que desde su gobierno se puso “abiertamente a favor de los que trabajan”. ¿Cómo crees que estamos en materia de Derechos Humanos en nuestro país?

Humildemente, pero con férrea convicción, en esta fecha tan especial propongo restaurar “nuestra memoria y nuestros valores”. Recuperemos nuestra capacidad de compromiso con nuestro país. Sé que si llegaste hasta acá con la lectura te va a interesar saber qué opinión tiene el jurista argentino más conocido y premiado en todo el mundo, especialmente en América Latina: EUGENIO ZAFFARONI, quien hasta pocos meses ejerció el cargo de Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En un reportaje realizado por la periodista Laura Mayocchi, de la TV Pública Argentina, el Dr. Eugenio Zaffaroni (82) dijo, con relación a los cuestionados contubernios de Lago Escondido, que “la gente tiene que saber que esas cosas inciden sobre su vida cotidiana”. Y para mayor aclaración afirmó que “inciden porque no se pueden aumentar las jubilaciones, porque estos tipos nos endeudaron en 45.000 millones de dólares, porque aumenta todo porque (los precios) no se pueden controlar, por decisión de la Corte”.

Seguidamente, sostuvo que “estos que tienen todo, que tienen los medios, que tienen el poder financiero, que tienen el poder judicial, ¿qué es lo que van a hacer? y van a hacer más limitaciones presupuestarias, más ajustes, derogación de la legislación laboral, más desempleo, más concentración de la riqueza, más pobreza”, y sentenció: “hasta que, en un momento dado, un día estalla”.

Zaffaroni afirmó también que “esto es parte de todo un programa regional que creo que lo que tendríamos que hacer es encararlo regionalmente en serio, juntarse todos los movimientos populares de América y decir, bueno, ¡Basta!, y convocar a toda la prensa internacional y hacer un gran escándalo”.

La periodista Laura Mayocchi no quiso que el egrerio magistrado deje nada en el tintero y profundizó: “¿No estuvo el Gobierno argentino y el sector del Frente de Todos a la altura de estas circunstancias?”, preguntó. Zaffaroni no titubeó: "Creo que no del todo, creo que no de todo” repitió. Ante esa respuesta, Mayocchi repreguntó: “¿Qué haría falta?” y Zaffaroni fue extremadamente claro y concreto: “Convocatoria, movilización. Está bien, ellos pueden tener todos los medios. Pero el monopolio de las paredes no lo tienen, y el monopolio de la calle tampoco […] pero para eso se necesita salir de la depresión, se necesita decir (que) tenemos proyectos, que hay cosas por las que luchar, proyectos concretos”.

Ya en el final del reportaje, la periodista de la TV Pública le pidió una última consideración: “¿Usted cómo definiría el momento que estamos atravesando y que está atravesando la política nacional y regional?” La respuesta fue inquietante, y tal vez premonitoria: “Incertidumbre. Momento de incertidumbre, de desconcierto. Creo que la propia dirigencia política está desconcertada. Pero si la dirigencia política no se pone las pilas, un día el pueblo les va a pasar por encima”. Laura Mayocchi dio una puntada final con una frase de Perón: “¿Con los dirigentes a la cabeza o con o con la cabeza de los dirigentes?”, “Exactamente, sí”, concluyó Zaffaroni.

Recuperemos nuestra memoria y nuestros valores. Tenemos memoria, a veces parece que selectiva porque no nos olvidamos de “los pibes de Malvinas” ni cuando alentamos a la Scalonetta pero nos olvidamos que vivir en Democracia también requiere que seamos Ciudadanos y Ciudadanas, que nos interesemos en la cosa pública.

Si me escuchaste o me leíste alguna vez, te habrás dado cuenta de que siempre trato de enfrentar al pensamiento liberal, venga de donde venga. Pero a veces es interesante escuchar y aprender de los liberales, sobre todo cuando intentan parecer democráticos y respetuosos de las mayorías.

Hace muchos años escuché un discurso de un liberal muy formado, “de cuyo nombre no me quiero acordar”, que dijo un montón de pavadas (para mí) pero que me impactó con el cierre de su oratoria, y me resultó una gran confesión de parte (entonces, relevo de pruebas dicen los abogados). Dijo: “La Democracia es un asunto de Todos, no de unos Pocos. Pero cuando Todos se desentienden, unos Pocos de aprovechan”.

¿A qué te hace acordar esa frase?

Por eso quiero terminar esta nota que comparto hoy con vos, sabiendo que más de la mitad (57,8%) de las mujeres y los hombres que nos leen son mayores de 18 años y menores de 45 años, con un ferviente llamado a pensar en todo lo aquí expuesto. Como siempre digo: No pretendo que creas en mí, solo quiero que creas en vos, porque en vos está la capacidad de cambiar todo, pero no en soledad, en unidad con los nacionales y con todos los hombres y mujeres de la región y del mundo que comparten el deseo de un futuro mejor, en Paz, Libertad y Democracia real.

Si querés ver el reportaje completo a Eugenio Zaffaroni:

(Mirar con atención, no lo vas a ver en la gran prensa!!)

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