El campo y su habitante

El criollo del interior, ¿es Pajuerano o Padentrano?

Aunque se trata de un adjetivo que encierra cierta jocosidad, en el fondo el término Pajuerano resulta en una instancia que sirve a efectos de rebajar o degradar nuestras propias esencias culturales. Aquí, entonces, ensayamos una aclaración.

Por Gabriel O. Turone | 27-03-2020 02:00hs

Es cierto aquel axioma que certifica la existencia y el predominio de una cultura liberal que toma impulso y vuelo a partir de los arquetipos de la Organización Nacional (Urquiza, Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca), y que se sostuvo merced a los intelectuales que formaron parte en la llamada Generación del '80. Uno de los principios rectores de esa cultura ha sido, indudablemente, el de ponderar lo foráneo o extranjero como “civilización” y lo raigal o nativo como “bárbaro” y “atrasado”.

En esa cuestión se inscribe el término Pajueranoque, de acuerdo a lo establecido por la Academia Porteña del Lunfardo, alude a un “campesino incauto” que viene del interior de la República. A su vez, se lo tipifica como adjetivo despectivo siempre para con el hombre proveniente del campo hacia la ciudad. Pajuerano, entonces, es un término que parte de un falso o contradictorio principio, porque así se le dice al que “viene de afuera o ajuera”, cuando en verdad es el que llega del interior “o de adentro”.

Esta equivocación, reiterada inconscientemente, a veces, y alentada adrede, en otras, ha sido advertida por dos pensadores nacionales como el Dr. Arturo Jauretche (1901-1974) y el Prof. Osvaldo Guglielmino (1922-2018). Este último recordará una situación vivida en su Pehuajó natal, en la que un paisano que estaba aguardando una formación del Ferrocarril Oeste, le pregunta a otro "¿a qué hora llega el tren de Buenos Aires?", y éste le pregunta, para asegurarse bien: "¿El que viene de adentro?... Ese llega a las 5". La reacción del preguntón fue "No. El de adentro no. El de afuera, el de Buenos Aires".

El ejemplo nos recordará, entonces, la anomalía cultural que tiende a excluir al criollo de tierra adentro como si se tratara de un habitante de allá lejos, de afuera, de una tierra ajena a la suya, mientras que al cosmopolita “civilizado” de Buenos Aires se lo estaría legitimado como el genuino habitante nacional.

De allí que, para darle un nombramiento más apropiado al gaucho o paisano de nuestras pampas, Guglielmino y Jauretche reemplazarán ese despectivo término Pajuerano por el más justiciero Padentrano, porque el argentino del interior “viene de adentro” y porque, dados sus rasgos constitutivos, ya trae consigo los principios más puros y enraizados de nuestra tradición cultural.


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