EVO Y LULA

Dos jugadas audaces de Alberto

Mostrarse claramente a favor de Evo Morales luego del golpe de Estado y de la inocencia de Lula da Silva fueron jugadas audaces, que contrastan con una gestión mayormente marcada por el pragmatismo que se circunscribe a “lo posible”, en un contexto de fuertes limitaciones.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 14-04-2022 01:26hs

“Bolivia es un ejemplo de recuperación de la democracia”, sentenció Alberto Fernández el pasado jueves 7, en el acto junto con su par boliviano, Luis Arce, en el que se dio a conocer el acuerdo para el suministro de gas a nuestro país. El acuerdo que garantiza el abastecimiento para la región Norte es de vital importancia, dada la coyuntura marcada por el encarecimiento y las dificultades energéticas como resultado de la guerra entre Rusia y Ucrania. “Cuando hay necesidad todos tenemos que ayudarnos, como hermanos que somos. El contrato que tenemos vigente se va a cumplir y Argentina tendrá prioridad si tenemos incremento en la producción” declaró Arce. Para cumplir con Argentina, Bolivia deberá rever el contrato con el gigante sudamericano, Brasil. Para ello, el argumento será que el contrato con Brasil fue suscripto por un gobierno de facto, el de Áñez.

Es posible que el acuerdo hubiese tenido lugar en otras circunstancias, dado el historial de cooperación y afinidad ideológica entre el MAS (Movimiento al Socialismo), el partido de Evo Morales y de Luis Arce, y el kirchnerismo y el peronismo en Argentina. Sin embargo, el acuerdo trae a la memoria la fuerte apuesta de Alberto Fernández en defensa de Evo Morales, apenas asumió el gobierno. Es posible que esa jugada, para nada exenta de costos, esté rindiendo sus frutos en la relación con Bolivia.

Dos días después de la asunción de Alberto Fernández, Evo Morales llegaba al país desde México, en calidad de refugiado político y luego del golpe de Estado en su contra, en noviembre de ese mismo año. La invitación había causado polémica. En materia de política internacional, teniendo en cuenta los apoyos que recibió el golpe de Estado contra Evo, comenzando por la Organización de Estados Americanos (OEA), es decir, Estados Unidos, era sin dudas una apuesta de alto riesgo. Esto en simultáneo con la delicada situación en que se encontraba (y se encuentra) Argentina frente a Estados Unidos, vía el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional. Sin duda alguna, la deuda con el Fondo constituye una pérdida de autonomía y una forma de dominación.

La jugada de Alberto salió bien, sobre todo porque en octubre de 2020 el exministro de Evo Morales ganó las elecciones. El regreso al poder del MAS fue una buena noticia para el gobierno argentino y la posibilidad de un aliado regional, teniendo en ese entonces entre los países limítrofes a Piñera en Chile, Lacalle Pou en Uruguay, Abdo Benítez en Paraguay y Bolsonaro en Brasil. Ese panorama sudamericano, con gobiernos del centro hacia la derecha, comenzó a cambiar precisamente con el triunfo de Arce. Luego vendría el triunfo de Castillo en Perú, y de Boric en Chile.

La otra jugada audaz de Alberto en materia de relaciones exteriores tiene que ver con Brasil, y puede dar sus frutos también teniendo en cuenta que en octubre de este año se realizan las elecciones presidenciales y Lula da Silva es el gran favorito para ganar el Gobierno. Se trata de la visita de Alberto a la cárcel de Lula da Silva, en julio de 2019, cuando este todavía era precandidato a la presidencia en Argentina. “Yo le dije que tenga cuidado, que tal vez no era prudente para un candidato ir a visitarme a la carcel”, contó Lula en el acto en Plaza de Mayo, en diciembre pasado.

Alberto todavía no había asumido cuando, en noviembre de 2019, Lula fue dejado en libertad. Luego, en marzo de 2021, las sentencias contra Lula fueron anuladas por la comprobada parcialidad del juez Sergio Moro. Inmediatamente Lula brindó una conferencia de prensa, y allí agradeció el apoyo de numerosos dirigentes y figuras internacionales en defensa de su inocencia. El primer dirigente internacional a mencionar de esa larga lista, que incluyó desde el Papa Francisco hasta figuras de la izquierda europea, fue Alberto Fernández.

Hoy Lula es por lejos el favorito para volver al poder a partir del 1ro de enero próximo, en el país de más peso económico y político de la región. El acuerdo con el FMI para refinanciar la deuda heredada de la gestión de Mauricio Macri, fuertemente cuestionado desde el kirchnerismo, fue respaldado inmediatamente por Lula por medio de sus redes sociales. Un gesto importante del ex mandatario brasileño.

A pesar del vínculo con Lula, la relación con el Brasil de Bolsonaro si bien no es de las mejores tampoco es mala. En eso ha tenido un papel central el ex gobernador bonaerense, Daniel Scioli y, en varias ocasiones, del lado brasileño el ala militar en el Gobierno. Luego del acuerdo por el tema gas con Bolivia, una comitiva encabezada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, cerró otro acuerdo importante, esta vez con Brasil, por la provisión de energía.

Si se confirma el escenario de triunfo del PT en Brasil, las jugadas de Alberto con Evo y Lula quedarán como dos aciertos importantes en materia de relaciones exteriores. Se trata de dos jugadas audaces, que contrastan con una gestión mayormente marcada por la incapacidad de llevar adelante iniciativas más osadas, desde Vicentín hasta la reforma judicial. Una gestión caracterizada más bien por un pragmatismo que se circunscribe a “lo posible”, en un contexto de fuertes limitaciones

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