EDITORIAL

2022 ¿Esperanzas o Incertidumbres?

Termina un 2021 complejo, difícil para todos los sectores, para gobernantes y gobernados. ¿Qué nos deparará el 2022 a quienes amamos y defendemos nuestro campo y su gente?

Por Jorge Pirotta | 31-12-2021 09:05hs

El tiempo nos mostrará la respuesta a estos interrogantes. Pero ¿tenemos que esperar o tenemos que actuar para obtener las respuestas que queremos y necesitamos?

El Agrario nació como un medio destinado a cubrir la necesidad de expresar la visión de la realidad que surge desde los distintos sectores del sector agropecuario, sin dudas, el más dinámico y potente de la economía nacional.

El campo argentino tiene un altísimo valor estratégico para el país, ya que genera importantes divisas y tiene el enorme potencial de multiplicarlas, si se contara con políticas de estado constantes y adecuadas para desarrollar a pleno la agroindustria, tanto sea en el rubro de alimentos como en la energía, por citar, sin ser excluyente, tal vez los dos pilares fundamentales para la vida humana a los cuales puede abastecer nuestro sector.

Pero, más allá de su enorme potencial, nuestro campo adolece de la falta de un perfil claro, definido, acorde con el siglo XXI y sus nuevos paradigmas y, fundamentalmente, comprometido con el desarrollo nacional y no con negocios circunstanciales y de corta duración.

La ausencia de un perfil definido le resta fuerza al sector al momento de dar pelea ante los poderes públicos para obtener políticas que faciliten su desarrollo.

¿Por qué está ausente y se posterga año tras año el perfil al que estoy aludiendo?

Lo real es que, desde tiempos inmemoriales, existen en nuestro campo fuerzas negativas ancladas en un aborrecible pasado sin ley que frenan su desarrollo e imposibilitan darle al sector la fuerte presencia que debería tener para hacer el aporte al país que tanta falta nos hace.

Conviven en el campo fuerzas sumamente positivas, como las que impulsan la innovación tecnológica, el agregado de valor a la producción primaria, la protección y elevación de la calidad de vida de los habitantes del medio rural, ya sean trabajadores en relación de dependencia, productores arraigados a su tierra y familias productivas que luchan por subsistir y progresar en un medio que muchas veces se les presenta hostil, fuerzas positivas comprometidas con el cuidado del medio ambiente y que ejercen diariamente la responsabilidad social empresaria.

Junto a estas fuerzas positivas, se sostienen empedernidamente costumbres arcaicas, anacrónicas e injuriantes, propias de la época de la organización nacional, cuando proliferaba el contrabando y los patrones de estancia eran legisladores, jueces y policía en sus campos. Estas fuerzas son absolutamente negativas, e implican la falta de respeto por las personas que trabajan en el medio rural, con trabajadores en negro y condiciones laborales que en muchos casos se encuadran en la trata de personas y la explotación infantil, e incluyen la destrucción irresponsable del medio ambiente y la práctica constante de la evasión fiscal.

¿Qué fuerzas prevalecen en nuestro campo, las positivas o las negativas?

Puede haber una multitud de opiniones diversas frente a este tema. Cierto es que no existen estadísticas oficiales ni privadas que puedan interpretar la magnitud del fenómeno de la ilegalidad en nuestro campo. Pero nadie serio puede negar su existencia.

Vivimos en una sociedad proclive a la indisciplina social, a hacer prevalecer el interés personal sobre el del conjunto de la comunidad. No digo que seamos delincuentes, de ninguna manera, pero cumplir, lo que se significa “cumplir” con normas, disposiciones, leyes y decretos, se nos hace difícil como sociedad. La mejor muestra fue nuestro tortuoso paso por esta maldita pandemia. Todavía tenemos personas que no han querido recibir la vacuna para el COVID-19 y hemos tenido escenas, actos y manifestaciones en contra del aislamiento social, preventivo y obligatorio en momentos en que el mundo entero estaba deteniendo su funcionamiento para proteger la vida humana.

El campo no está exento de esta realidad. Si un productor esconde parte de su cosecha en un silo bolsa, preferentemente verde para que no se vea fácilmente desde los satélites, con el objetivo de pagar menos impuestos, eso se llama evasión fiscal, acá y en cualquier parte del mundo.

Si un dirigente gremial o un funcionario del estado hacen la “vista gorda” ante una irregularidad laboral detectada en un establecimiento a cambio de alguna dádiva del patrón, eso se llama soborno, acá y en cualquier parte del mundo.

Nuestro país solo puede salir adelante con trabajo y producción, con reglas claras de convivencia y con respeto de la ley. “Dentro de la Ley, todo, fuera de la Ley, nada” expresó un gran estadista y presidente de nuestro país.

Es indispensable lograr acuerdos firmes y duraderos entre representantes del Estado, de los empresarios y de los trabajadores. Pero esos acuerdos deben partir del respeto irrestricto de la Ley, del compromiso con las fuerzas positivas del campo y de la lucha sin cuartel para eliminar definitivamente todo lo negativo que aún persiste en el sector y que lo ata al pasado sin dejarlo progresar.

Desde El Agrario, siempre hemos estado y vamos a seguir estando, en esta nueva y prometedora etapa que iniciamos en 2022, defendiendo las fuerzas positivas de nuestro campo y denunciando sin tapujos los elementos negativos cada vez que se logre hacerlos salir a la superficie del conocimiento público.

Hace casi tres décadas que vengo recorriendo de punta a punta nuestro país, cumpliendo distintos roles, como periodista, como funcionario público o como representante de una entidad gremial. Conozco a miles de trabajadores, a centenares de empresarios y a muchísimos funcionarios que quieren, que anhelan, que nuestro campo crezca y cumpla el papel trascendente al que está llamado.

Mi querido amigo y compañero Gerónimo Venegas siempre decía: “la verdad a veces tarda en llegar, pero siempre prevalece” y yo estoy convencido que la verdad, expresada por las fuerzas positivas de nuestro campo, va a prevalecer más temprano que tarde.

Mi esperanza es que todos los actores involucrados comprendan la trascendencia de dotar a nuestro sector de un perfil definido y de trabajar mancomunadamente Estado, Trabajadores y Empresarios, en el desarrollo productivo, económico y social de este verdadero pilar de nuestro país que es el campo

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