Quino

Adiós Maestro

Por Luis Chervo | 01-10-2020 11:30hs

Un 17 de julio del año 1.932 en una fría ciudad de Mendoza, nacía Joaquín Salvador Lavado Tejón, hermano menor de tres. Uno de los que estaba más felices era su tío Joaquín, hermano de su madre, doña Antonia, quien sería el que le mostraría el camino del dibujo y le presentaría el mundo de las historietas. Para distinguirlo de su tío dibujante al cual seguía como abrojo, lo apodaron "Quino".

A los 13 años ingresó a estudiar a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Cuyo y dos años después, fallece su padre, Don Cesáreo Lavado: ya su madre había partido unos años antes.

En 1951, ya con 19 años, se traslada con sus lápices y sueños a Buenos Aires, una experiencia de tres semanas, en donde visitó a contactos de su tío Joaquín, y otros que fue anexando. Mientras visitaba redacciones de diarios y de revistas en busca de su primer trabajo, se desinflaban los sueños, la esperanza y los ahorros se hundían en un mar de desencantos. Llegaba la primera frustración.

El día que publiqué mi primera página, seguro fue el momento más feliz de mi vida.

Tomó fuerza siguiendo los consejos del tío Joaquín y volvió a intentar en la gran ciudad de la cultura y del arte. Esta vez sí, Buenos Aires le dio la oportunidad tan ansiada. La visionaria fue “Esto Es”, un seminario más de los tantos que los porteños se devoraban buscando temas de actualidad, parte de la agenda del fin de semana y del lunes en la oficina y las fábricas. Según expresó hace unos años en el Congreso de la Nación, en donde fue homenajeado: “El día que publiqué mi primera página, seguro fue el momento más feliz de mi vida”.

Desde ese momento hasta el presente, fueron todos éxitos, admiración y reconocimientos, para el gran Quino, que tiene algo que pocas veces se ha dado: que sea tan unánime el reconocimiento de sus colegas y del mundo de la cultura en general. Cuando alguien logra algo así rompe estereotipos, elimina cercos que desunen, fuegos que nos queman, aguas que nos separan, haciendo su trabajo y en un cielo de mucho silencio, nos resulta raro al resto de los mortales.

Ayer, cuando me enteré de su partida, observé lo que me pasaba en mí interior con la noticia y veía lo que les pasaba al resto, miraba cómo reaccionaban los demás. Me fui con mis recuerdos hacia unos meses atrás, en la furiosa Rosario, en donde “cuarenteneo”, cuando nos enteramos del vil y malicioso ataque de otro artista, el Trinche, que horas después nos dejaba en este plano terrenal.

 

Esos dos artistas, uno de la historieta y el otro de la pelota, producen lo mismo: paz, calma, de quienes leímos su historietas, disfrutamos de sus personajes, y del otro los cuentos de quienes lo vieron brillar y los que vimos sus goles, en alguna vieja filmación que aún quedan por ahí.

Ambos tuvieron eso que uno dice "qué buenas personas, estos dos seguro que no conocieron el mal, estos dos nunca le hicieron y ni imaginaron hacer maldad a otra persona”. Todo eso en una inmensa tristeza, que el dolor a no tenerlos más.

Cuenta la historia que le habían encargado un trabajo para un producto publicitario que tenía que pegar a algo con "M".

Volviendo a Quino, él fue creando personajes hasta que una vez, la genialidad hizo que la creara a ella. Cuenta la historia que le habían encargado un trabajo para un producto publicitario que tenía que pegar a algo con "M". Y así, luego de inspirarse en un personaje de la novela de David Viñas, titulada “Dar la Cara”, surgió el personaje, aunque la publicidad fue rechazada por la empresa que le había encargado el trabajo.

Nace el 29 de septiembre del año 1964, Mafalda, que aparece por primera vez en el suplemento llamado "Gregorio", que era el suplemente humorístico de la revista "Leoplan". Luego salta al semanario "Primera Plana". En 1965 pasa al diario "El Mundo", hasta el año 1967. En 1968 es tiempo de conquistar a través de las páginas de la "Siete Días".

Mafalda, la niña observadora de la realidad que estaba entre golpes y golpes de estado y un peronismo proscripto, se había convertido en algo cotidiano de toda familia argentina, compartida entre amigos que interpretaban sus agudas reflexiones, las cuales dejaban pensando a más de uno. Ella descargaba balas invisibles que dirigía al corazón del poder de turno.

Ese stress que solo se puede sufrir en una Argentina inestable y sin parámetro real alguno, lo cansó tanto, que en 1973, dijo: “hoy dejo de dibujar tiras diarias y semanales”. Habían sido testigo de sus trabajos, "Damas y Damitas", "TV Guía", "Usted", "Che", "Panorama", "Atlántida", "Adán", "Diario Democracia", "Vea y Lea", entre otras.

En Milán, por el año 1976, publica varios libros de historietas humorísticas entre ellos una serie "Mundo Quino". Europa le dio la doble nacionalidad, por ser hijo de Españoles, a partir de 1990. En Madrid (1992), presentó una magna exposición, que los que la visitaron, y algunas fotos y films que han quedado, demuestran la adaptación a nuevas técnicas, allí expuso reproducciones tridimensionales de todos sus personajes.

Muchos no saben, pero el editor que tuvo en Italia en 1969, “Mafalda la contestataria”, fue nada más y nada menos que el brillante Umberto Eco.

Un hecho que se produjo por circunstancia fortuita fue que en 1984, al ser invitado a Cuba, como miembro del jurado del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, donde se hizo amigo del director de cine de animación Juan Padrón. Con él, Quino llega a un acuerdo y filman una serie de cortometrajes con sus páginas de humor, que se llamó “Quinoscopios”, realizada por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico.

Otro hecho que lo hizo feliz, fue en 1993 en España, donde la Empresa Española DG Producciones SA en coproducción con Televisiones Españolas produjo 104 episodios de Mafalda, que duran un minuto y que fueron dirigidos también por su amigo cubano Juan Padrón. Esta obra de arte, fue vista por RAI2 de Italia y en Argentina por Canal 11 y por Canal Encuentro.

El reconocimiento le ha llegado en vida, desde muchos lugares, pero creo que uno de los que más lo emocionó, fue el 21 de mayo del 2014, cuando le entregaron el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

En el año 2017, luego de que su esposa falleciera, tomó la decisión más importante de su última etapa de vida: buscó el cielo mendocino, que lo ayudó a campear sus problemas de salud hasta hoy.

El espíritu de Quino, está en cada reimpresión de Mafalda, que se puede encontrar en cualquier idioma y en cualquier lugar del mundo.

Mafalda nos ha dicho: "Que lo urgente no te impida ocuparte de lo importante”.

Y tomar la sopa, seguirá siendo importante…

Seguí leyendo: Florencio Molina Campos

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