ANÁLISIS INTERNACIONAL

Brasil: frente democrático contra Bolsonaro entre la realidad y las puestas en escena

El primero de febrero de 2021 se eligen las autoridades de la Cámara de Diputados y el Senado, claves para el control de la agenda legislativa. Levantando la bandera de la defensa de la democracia se ha conformado un amplio frente para desafiar a Bolsonaro.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 27-12-2020 10:10hs

La idea de un frente democrático para contener al presidente brasileño Jair Bolsonaro ha estado sobre la mesa casi desde el comienzo de su mandato. A mediados de 2019 parte el PSDB y el PT, los grandes rivales en las presidenciales durante las últimas dos décadas, anunciaron la creación de un frente democrático. La propuesta naufragó entre oposiciones internas y la falta de empuje. No obstante, en reiteradas oportunidades un amplio espectro de partidos brasileños se ha manifestado contra actitudes autoritarias e intolerantes del presidente, aunque en ocasiones puntuales. Algo similar ocurrió con las varias notas firmadas por exministros de diferentes carteras y de distinto color político en contra de la gestión en esas áreas, como ocurrió con exministros de Relaciones Exteriores, Salud, Educación, entre otros. El espíritu de defensa de la democracia y de aglutinación de diferentes fuerzas en oposición a Bolsonaro tomó un nuevo y más nítido impulso en las últimas semanas, con la conformación de un frente de partidos que van de la centroderecha a la izquierda para disputar la presidencia de la Cámara de Diputados, el próximo 1ro de febrero. Sucede que Jair Bolsonaro cuenta con un candidato de peso para hacerse con la presidencia de Diputados (puesto clave para manejar la agenda parlamentaria) y de ganar podría contar con una fuerte influencia en la compleja Cámara, algo con lo que hasta aquí no ha contado. Durante los dos años de gobierno, el Congreso y en particular Diputados, a través de su actual presidente, Rodrigo Maia, ha sido el principal contrapeso al gobierno, frenando iniciativas de distinto tipo, aunque siendo favorable al grueso de la legislación enviada por el Ejecutivo. Ese balance podría romperse si Bolsonaro logra poner a un aliado en la presidencia de Diputados. Además, ante una administración económica errática, Maia ha asumido gran parte del nexo entre el establishment económico y la política brasileña. La figura de Maia ha crecido a la sombra de la inoperancia del gobierno de Jair Bolsonaro, habiéndo sido incluso, en un principio, un puente institucional para el gobierno de Alberto Fernández. Para retener el control de la agenda legislativa en Diputados, Maia ha logrado atraer para sí a los partidos de centroizquierda e izquierda -que serán los que inclinen la balanza en favor de uno u otro candidato- levantando la bandera de la defensa de la democracia ante un gobierno de tendencias autoritarias. 

El bloque de Arthur Lira, el candidato de Bolsonaro, está conformado por los partidos del llamado centrão, del cual forma parte el Partido Progresista (PP) al que él está afiliado y del que Jair Bolsonaro formó parte hasta 2016 y por 11 años (y al cual podría regresar en 2021). Ese bloque reúne cerca de 200 diputados de los 257 necesarios para elegir al presidente de la Cámara. El bloque construido por Rodrigo Maia y que impulsa la candidatura de Baleia Rossi (MDB), está compuesto por partidos que reúnen más de 260 diputados, por lo que en teoría sería el favorito. La realidad es que habida cuenta de los problemas de disciplina partidaria en Brasil y el hecho de que la votación es secreta, la elección está completamente abierta.

Esta no es una elección entre un candidato A y un candidato B. Esta es una elección entre ser libre o subsirviente; ser fiel a la democracia o ser aliado del autoritarismo; socio de la ciencia o ser connivente con el negacionismo; ser fiel a los hechos o ser devoto de las fake news.

El lanzamiento del frente que reúne entre otros al Partido de los Trabajadores, de Lula, y al PSBD, del expresidente Fernando henrique Cardoso -partidos que protagonizaron la disputa por la presidencia desde 1994 hasta 2014- y que pretende conservar la autonomía de la Cámara de Diputados, tuvo lugar el pasado viernes 18. Allí, Rodrigo Maia declaró: “Este grupo tiene muchas diferencias, sí. Porque a diferencia de aquellos que no soportan vivir en el marco de las leyes y de las instituciones, y que no soportan que se los contradiga, nosotros nos fortalecemos en las divergencias, en el respeto, en la civilidad y en las reglas del juego democrático”. Subiéndole el tono a la disputa, sostuvo que “esta no es una elección entre un candidato A y un candidato B. Esta es una elección entre ser libre o subsirviente; ser fiel a la democracia o ser aliado del autoritarismo; socio de la ciencia o ser connivente con el negacionismo; ser fiel a los hechos o ser devoto de las fake news". Posteriormente, al anunciar que será candidato por el frente denominado Unión de la Democracia y la Libertad articulado por Maia, Baleia Rossi posteó un mensaje en donde decía “nuestro frente es en defensa irrestricta de la democracia”, con una imagen junto a su padrino político en los 80’s, Ulysses Guimarães, político del MDB respetado por todo el arco ideológico en función de su protagonismo en la lucha contra la dictadura y el retorno de la democracia, y cerró la publicación una célebre frase suya, “tenemos asco de la dictadura”.

Efectivamente, como señaló el renombrado politólogo brasileño Sergio Abranches, si Bolsonaro consigue controlar las presidencias de la Cámara y el Senado, Brasil tendría los contrapesos institucionales, en un gobierno con claras tendencias autoritarias, fuertemente debilitados. En el panorama institucional hay que remarcar que como nunca desde la redemocratización, el Ejecutivo brasileño tiene fuerte influencia en la Procuraduría General de la República, por medio del procurador Augusto Aras. Aras fue designado por Bolsonaro haciendo caso omiso de la terna de candidatos presentada por los miembros del Ministerio Público, una tradición que precisamente pretende garantizar la imparcialidad del procurador general.

En el Senado la elección está todavía más abierta, ya que no están definidos ni los nombres ni las alianzas que tendrán lugar, aunque se delinea una puja entre el actual presidente, David Alcolumbre, quien intentará poner a un sucesor, y el Movimiento Democrático Brasileño, el partido con más bancas en el Senado (13 y podría ampliar para 15 con el pase de dos senadores) y que es históricamente el partido que domina la cámara alta. La situación del Senado es muy diferente porque si bien también ha habido resistencias a la agenda del gobierno, Alcolumbre, que es del mismo partido que Rodrigo Maia (Demócratas) es un aliado de Bolsonaro. Además, el MDB aún no ha definido su candidato, y la heterogeneidad propia del partido hace que el mismo pueda ser desde de un miembro  de perfil oficialista hasta alguien más bien independiente. Lejos de barajar  la posibilidad de un frente democrático, la forma en la que se gestiona el juego de alianzas en la cámara alta pone en evidencia la parte que tiene de puesta en escena la formación la Unión de la Democracia y la Libertad en Diputados.

El “frente democrático” o “independiente” se terminó de conformar la semana pasada, luego de que los directorios nacionales de partidos de izquierda y centroizquierda terminaran de volcarse en favor del candidato de Maia. Los casos más notorios fueron los del Partido de los Trabajadores y del Partido Socialista Brasileño. Ese apoyo unánime de los directorios nacionales no se refleja en una unanimidad de la bancada en Diputados, sobre todo en el caso del PSB que está totalmente fracturado entre los que apoyan a Arthur Lira (el candidato de Bolsonaro) y a Baleia Rossi (el candidato de Maia).

Curiosamente, el apoyo de los directorios nacionales se dio luego de que durante unos días fuese notícia “el apoyo al candidato de Bolsonaro” de parte de los partidos que dicen ser oposición. La denuncia del carácter autoritario de Bolsonaro y la postura de oposición quedaban desfiguradas ante un posible apoyo a su candidato. La salida para el PT y el PSB fue declarar su apoyo al frente organizado por Maia, donde posteriormente se decidió que el candidato fuera Rossi, bajo la bandera de la defensa de la democracia.

La posibilidad de que el aliado de Bolsonaro, Arthur Lira, ocupe la estratégica presidencia de Diputados pone sobre la mesa al que es hoy uno de los instrumentos más salientes de la política económica brasileña: el techo de gastos. Se trata de un mecanismo incorporado en la Constitución Nacional en 2016, durante la presidencia de Michel Temer, que congela el presupuesto público durante 20 años, tan solo pudiendo ser indexado año a año según la inflación. El techo de gastos hacer sustentable el endeudamiento público en moneda nacional (consecuentemente, garantizando el flujo de pago a los acreedores), pero priva al Estado de mecanismos para promover la reactivación económica vía el gasto público. Como escribió la periodista Vera Magalhaẽs para el diario Estadão, “es ilusorio creer que Arthur Lira, el candidato del bolsonarismo en la Cámara, tenga cualquier compromiso con la responsabilidad fiscal”. Cabe entonces una consideración que puede dar cuenta de la relevancia que tiene Rodrigo Maia, o alguien de su grupo, en la presidencia de Diputados: sin ninguna duda el economista Paulo Guedes fue “el fiador” de Bolsonaro frente al establishment económico, como analizó Malu Gaspar en la revista Piauí en 2018, pero ese rol, frente a los recurrentes desaciertos de Guedes y choques de Bolsonaro con el equipo económico, ya no puede ser cumplido de manera eficiente por el ministro de Economía. Aunque limitado por su función institucional, y muchas veces impotente ante los “desaciertos” del gobierno, Maia cumple un importante rol como garantía del rumbo económico del gobierno. De allí también el especial encono entre él y el ministro Guedes.

La jugada de presentar la candidatura de Baleia Rossi, el sucesor de Maia, como la candidatura “en defensa de la democracia” altera el relato que hasta aquí se ha esgrimido desde amplios sectores de la política y de la opinión pública brasileña, esto es, la existencia de “dos extremos”, Bolsonaro y el Partido de los Trabajadores, frente a los cuales sería imperioso construir una alternativa “de centro”. El centro político del que se ha hablado de manera creciente en los últimos meses, y presentado como el gran ganador de las elecciones municipales en las que no les fue bien ni a Bolsonaro ni al PT, es a menudo definido como si fuese un centro ideológico, cuando mayormente está volcado a la centroderecha. Se trata más bien de una tercera vía a la polarización (en todo caso un centro desde ese punto de vista) que, dependiendo de los avatares de la política, tiene chances de hacerse con la presidencia en 2022.

El “frente democrático” para disputar la presidencia de Diputados ciertamente diluye la construcción de “los dos extremos”, en el que la ancha y variopinta avenida del medio brasileña busca prosperar. Están allí desde la derecha más tradicional brasileña, hasta la centroizquierda (Ciro Gomes del PDT, Marina Silva y otros). Que este relato democrático que alimenta el alineamiento de partidos de diferente orientación ideológica se consolide o pierda fuerza podrá depender del juego político, pero además, de aquello que le da verdadero sustento, esto es, los frecuentes embates antidemocráticos del presidente. El papel de la opinión pública, con énfasis en los medios de comunicación, también podrá ser relevante en la elección de las autoridades del Congreso. Como desde el comienzo de su presidencia, Bolsonaro cuenta con una correlación de fuerzas que podría estar fácilmente a su favor, de no ser por su radicalidad. El receso brasileño, que va desde las fiestas hasta el fin del carnaval, y la posible consecuente falta de creación de hechos políticos, puede estar a favor de Bolsonaro y ayudarlo a construir una mayoría que le de la presidencia de la Cámara a Arthur Lira. El silencio propio suele ser un aliado (infiel) del actual mandatario brasileño. En ese caso, y habida cuenta que la construcción del frente democrático tiene una parte de puesta en escena y otra de realidad, sin un Rodrigo Maia que haga de contrapeso, la concentración de poder por parte de Bolsonaro podría significar el inicio de una nueva etapa de su gobierno

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