OPINIÓN

Carne: amenazas y oportunidades

Restricciones a la exportación de carne, cese de comercialización de hacienda. ¿Cómo quedan las fichas del tablero?

Por Gerardo Gallo Candolo | 05-06-2021 01:00hs

El cierre de las exportaciones de carne generó malestar en toda la cadena y una gran incertidumbre sobre la producción que pone en riesgo las futuras inversiones y la imagen de Argentina como proveedor confiable. Es el momento de transformar las amenazas en oportunidades a través de pactos políticos que den seguridad a las inversiones.

Cuando una planta industrial que normalmente funciona las 24 horas debe cerrar por cuestiones de mantenimiento o imprevistos tiene una serie de protocolos para volver a funcionar luego de cumplido el service o solucionado el problema. Cuando el cierre es inesperado por incidentes deben cuidarse todas las alternativas para no producir daños a toda la cadena de suministros de la cual forma parte. Cuestiones técnicas y de mercado obligan a la tenencia de eventuales stocks y de logística, fuentes alternativas de energía, equipos y personas capacitadas etc. Todo ello tiene un costo financiero que se contabiliza contra la posible pérdida de confianza en clientes, internos y externos.

Haciendo un parangón con la cadena de ganados y carnes el problema de un posible corte de la cadena de suministros, desde la vaca hasta el bife que llega al plato (o al contenedor arriba de un barco) parece tener aristas más sencillas por la cantidad de actores en juego, desde los cientos de miles de productores hasta las miles de carnicerías, pero cuenta otra mucho más compleja, además de ser un alimento el producto final hay una cuestión biológica; desde el servicio del toro hasta el asado no se puede esperar menos de tres a cuatro años.

Hay otro punto que hace más dañina esta decisión del cierre de exportaciones: el momento del año, ya que en estos meses el criador separa las vacas vacías y viejas para el mercado, decide cuantas terneras deja para vientres, termina de sembrar y proteger sus verdeos y praderas; es decir el momento decisivo en que el ganadero forja sus inversiones para los próximos años.

El cierre de exportaciones nunca fue una solución para ningún problema, menos para el precio al consumidor, y por el contrario siempre ha sido motivo de rebajas de inversiones, desde el campo hasta la industria frigorífica.

El cese de comercialización por parte de los productores demostró ser también un error por ser un jugador que no participaba de las negociaciones en curso entre los exportadores y el gobierno, más aún la extensión del mismo. Y el gobierno, aunque haya conseguido una rebaja (por verse) momentánea de los precios instauró una incertidumbre que se verá en la rebaja de inversiones futuras. Menos inversión, menos trabajo, menos producción, mayores precios.

Así como las industrias cuentan con alternativas para minimizar las consecuencias de eventos extraordinarios deberíamos contar con políticas públicas, aquellas que trascienden gobiernos, para minimizar daños. Es el momento de transformar amenazas en oportunidades, en aprovechar para sellar acuerdos políticos, multipartidarios y con todas las cadenas para que estos desencuentros no vuelvan a suceder. Pactos que se cumplan para que Argentina no deje de ser un proveedor confiable de alimentos al mundo y, sobre todo, al mercado interno. En resumen, obrar para el bien común. La política debería tratarse de eso.

 

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