8 de octubre

Día del Trabajador Rural

Coincidiendo con el día del nacimiento de Juan Perón, se estableció esta fecha en reconocimiento tanto al Estatuto del Peón, dictado cuando él ocupaba la Secretaría de Trabajo, para los trabajadores permanentes, como por la Ley 13.020 del año 1947 para los trabajadores transitorios, que materializaban esos beneficios, ambas iniciativas fueron acompañadas por acciones de apoyo a los sindicatos rurales.

Por Marisa Massaccesi | 08-10-2021 08:00hs

En reconocimiento y gratitud por la acción en favor de los trabajadores del campo, la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) impulsó y logró que se estableciera el 8 de octubre (en coincidencia con el nacimiento del General Perón) como “el Día del trabajador Rural”, lo cual fue resuelto por la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA), el 7 de mayo de 2004. 

La misma resolución establece que, a los efectos remuneratorios, si ese día se trabaja, regirán las mismas condiciones establecidas por el Régimen Nacional de Trabajo Agrario para los feriados nacionales, es decir, se paga el día más un día como si fuera de vacaciones.

Pero este Día y su significado tienen mucha historia.

En los albores del año 1940, la imagen predominante sobre el sector agropecuario era la de un sistema de producción basado principalmente en el trabajo indirecto -arrendamientos y aparcerías- y una estructura agraria caracterizada por la desigual distribución de la propiedad, del ingreso y del poder de negociación entre los sujetos sociales participantes.

Para entonces, en el último peldaño de la escala, se encontraban alrededor de un millón de trabajadores rurales entre permanentes y de cosecha o transitorios, sin organización gremial ni legislación social, con ingresos ínfimos, frecuente movilidad y desocupación, y condiciones laborales impuestas unilateralmente por los productores.

Con la llegada de Juan Domingo Perón al gobierno, la Argentina tuvo un cambio significativo tanto en lo económico, como en lo social y lo político.

Perón fue el primero en ser elegido por sufragio universal masculino y femenino. Desde EL AGRARIO, haremos un repaso sobre el primer mandatario y su relación con el campo, especialmente vinculado a la organización gremial de los trabajadores rurales y al Estatuto del Peón de Campo.

A mediados de la década del cuarenta, los productores sin tierras y los trabajadores rurales en la estructura agraria representaban un importante caudal electoral, si se tiene en cuenta que los varones, argentinos y en edad de sufragar constituían alrededor del 30 % del total de votantes del país.

A ello debe agregarse que entre el 30 y el 50 % de los nuevos asalariados urbanos, a quienes se le otorga una fuerte asociación con el voto peronista, eran migrantes relativamente recientes, provenientes del medio rural y por lo tanto con una memoria fresca respecto de los conflictos y demandas agrarias.

Fue con el Primer Plan Quinquenal de gobierno cuando comienzan a tomar forma los rasgos que caracterizaron la economía política peronista: autarquía y crecimiento industrial con destino al mercado interno, movilizado por el pleno empleo y el aumento del consumo de las masas.

Dentro del esquema económico, el campo tenía el importantísimo rol de proveer las divisas necesarias para la importación de insumos y maquinarias que la industria local aun no producía.

Con este escenario, el sector rural debía cumplir dos funciones: la primera, satisfacer a bajo costo las necesidades alimentarias de la población, y posibilitar el desarrollo del sector urbano industrial a partir de su excedente. La segunda, formando parte de la demanda, asegurar el pleno empleo en el sector rural y aumentar la capacidad de consumo de los sectores rurales más postergados.

"La situación del peón en el país es de extraordinario desmedro para los hombres que trabajan el campo. La Constitución del 53 abolió la esclavitud, pero lo hizo teóricamente, porque no es menor la esclavitud de un hombre que en el año 44 trabaja para ganar 12, 15 o 30 pesos por mes”, señaló Perón.

El Estado también intervendría en la regulación de las relaciones laborales, dictando una legislación pertinente, creando organismos específicos para su control, y promoviendo la organización gremial de los trabajadores.

Perón afirmaba: "Sabemos que los hombres que trabajan la tierra reclaman mejoras y aspiramos a establecer definitivamente que en este país la tierra no debe ser un bien de renta, sino que debe pertenecer al que la fecunda con su esfuerzo. No podemos realizar este propósito de una sola vez, pero les prometo que, encarado y resuelto el problema de la tierra, no habrá un sólo argentino que no tenga derecho a ser propietario en su propia tierra”.

La política hacia los trabajadores rurales durante este primer período consistió en aumentar su nivel de ingresos, reglamentar sus condiciones de trabajo, promover su organización y agremiación y fortalecer la capacidad de negociación frente a los patrones.

Tanto el Estatuto del Peón, dictado cuando Perón ocupaba la Secretaría de Trabajo para los trabajadores permanentes, como la Ley 13.020 del año 1947, para los trabajadores transitorios, que materializaban esos beneficios, fueron acompañados por acciones de apoyo a los sindicatos rurales por parte de gobiernos y funcionarios judiciales locales.

Con este contexto, se presentaron conflictos entre productores familiares y sindicatos rurales sobre la competencia de determinados trabajos, por las que se intentaba asegurar el pleno empleo en el sector rural.

 

Estatuto del Peón Rural

Se trató de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional (n° 28.169) del 17 de octubre de 1944. Dictado a instancias del entonces coronel Perón, durante la presidencia de facto del general Edelmiro Farrel.

En aquel tiempo, por primera vez se reguló el trabajo rural de acuerdo a los principios del derecho laboral. Se fijó para todo el territorio de la república, condiciones de trabajo humanitarias para los asalariados rurales no transitorios.

Según Alain Rouquié, politólogo y especialista en América Latina contemporánea,“la medida más avanzada, y cuyas consecuencias políticas y sociales resultaron las más importantes, fue sin dudas el Estatuto del Peón, en el que se  establece un salario mínimo, condiciones mínimas de alimentación y de vivienda, y precisa también las obligaciones de las partes en materia de horarios de trabajo, indemnizaciones por despido y asistencia médica; establece además la obligatoriedad del descanso dominical y de las vacaciones pagas,  el Estatuto protege al peón que ya no depende sólo del patrón sino de una voluntad superior a la de éste"

Hay que mencionar que, como tanta legislación social generada por Perón, el estatuto original fue derogado en 1980, durante la dictadura, y uno nuevo fue aprobado en 2011 (ley 26.727).

A su vez,  se dictaron sucesivos decretos presidenciales que regularon el trabajo transitorio de las cosechas. La ley 13.020, fijó mayores precisiones sobre las modalidades en que debían desarrollarse los trabajos y creó la Comisión Nacional de Trabajo Rural (CNTA), como organismo intersectorial (con representación del gobierno, de los sindicatos y de los empleadores) encargado de decidir las condiciones del trabajo que regirían en cada cosecha y en cada zona del país.

La legislación laboral que amparó a los trabajadores rurales favoreció el desarrollo del sindicalismo moderado que propiciaba la Confederación General del Trabajo (CGT).

Las nuevas leyes sobre asociaciones profesionales condujeron a la creación, en 1947, de una central nacional única de los trabajadores rurales, denominada Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE),más tarde transformada en la actual Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE),actualmente conducida a nivel nacional por el chaqueño José Voytenco.

Ya en la segunda presidencia de Perón, en su mensaje a los agricultores reunidos en el Teatro Colón de Buenos Aires, el 11 de julio de 1953, el primer mandatario expresó claramente cuál era la nueva posición de su gobierno: "Cuando hablamos de latifundio, el peor latifundio es el de la tierra fiscal, que está abandonada, no produce y no dejamos que produzca nada. En consecuencia, la reforma agraria debe empezar por el gobierno y por el Estado, entregando esa tierra fiscal para que sea elaborada; y entregándola en propiedad como establece la Constitución”.

Según el historiador Norberto Galasso,en esta etapa la situación se dificulta por dos razones: porque baja el precio de los productos agropecuarios en el campo internacional y porque se producen dos sequías muy fuertes.

Entonces Perón hace una reorientación con el campo y mejora la relación con el sector, en especial comienza a favorecer a los pequeños y medianos productores que se veían afectados por la baja de los precios internacionales.

Los años pasaron con mucha historia abajo y arriba del puente. Durante su tercera presidencia, el General Perón recibió a los representantes del campo en la Casa de Gobierno en octubre de 1973. Entonces les recordó los esfuerzos de sus anteriores gobiernos en favor de la industria, para los que citó la fabricación de barcos, camiones y automóviles: "Esto era indispensable -explicó- porque el agro estaba entonces en la tarea de producir para importar manufacturas, perdiendo nuestra mano de obra y comprando caro lo fabricado afuera con nuestra propia materia prima".

Perón continuó su alocución recordándole a esa dirigencia agropecuaria que deben desarrollarse tecnológicamente, ya que el país se dedicará "a la gran producción de granos y de proteínas, que es de lo que está más hambriento el mundo actual". Por último, los exhortó a aprovechar "este momento para afirmar una grandeza que es notable" y a "dejar de pelear por pequeñeces”.

Especialmente en este 2021, en un tiempo tan particular para un planeta entero por la irrupción de la Covid-19 en el mundo, queremos llegar desde nuestro espacio, a todos las trabajadoras y los trabajadores rurales,  hombres y mujeres de la tierra argentina, que no dejaron un día su trabajo en el campo, un sector que contribuye a un país en pleno crecimiento y cuyos valores nutren el  desarrollo humano igualitario, el manejo responsable de los recursos naturales y la soberanía alimentaria.

 

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