Hace 30 años comenzábamos en la Provincia de Buenos Aires una experiencia educativa singular: Crear los Centros Educativos de la Producción Total (CEPT) con la modalidad de alternancia. Nos habían antecedido unos 20 años antes las Escuelas de la Familia Agraria de Santa Fe (EFA).

Los fundadores de la alternancia argentina fueron los pequeños y medianos productores

Ya ha pasado medio siglo entonces que este revolucionario sistema, nacido en Francia en 1935, llegó a nuestro país para cubrir un espacio del que adolecía la educación secundaria: el campo argentino.

Los fundadores de la alternancia argentina fueron los pequeños y medianos productores del corazón de la revuelta agraria criolla, con el sueño que sus hijos pudieran formarse cerca de sus familias, sin necesidad de alejarse a las ciudades o quedarse sin estudios.

Era el lugar indicado, cuna del Grito de Alcorta y la rebelión de los quebrachales, estos compatriotas de ley, hijos del inmigrante y del gaucho, adoptaron una escuela que en el país galo es el principal recurso educativo rural.

el sueño que sus hijos pudieran formarse cerca de sus familias, sin necesidad de alejarse a las ciudades o quedarse sin estudios

Una fuerte participación familiar y comunitaria, es el corazón de la propuesta, un trabajo mancomunado entre docentes, padres y autoridades educativas del Estado es la llave del sistema y una modalidad que alterna permanencia de los jóvenes en el centro educativo con otro en el campo con sus padres, contiene la síntesis perfecta entre teoría y práctica, saber teórico y sapiencia cotidiana, tiempos de acción y reflexión, de fuerte identificación institucional y lugar de encuentro para desarrollar una multiplicidad de proyectos que exceden por mucho la currícula clásica de una escuela bachiller convencional.

No fue casual que, en sus comienzos, se las bautizara“Maisons Familiales Rurales d`Education et d´Orientation” (Hogares Familiares Rurales de Educación y Orientación). Nacieron en capillas desafectadas, casas compradas por padres, donaciones de terceros, lugares abandonados, etc… En Argentina le sumamos estaciones de trenes sin uso, sedes de asociaciones y cooperativas rurales, etc.

En nuestro territorio las hay de del ámbito privado o en cogestión con el estado, laicas y confesionales. Pero todas hermanadas por un mismo espíritu y un idéntico objetivo: garantizar el acceso a la educación de los jóvenes de campo y brindar a las familias un ámbito donde encontrarse con sus pares y gestionar con el Estado.

En lo personal, yo regresaba, precisamente, de un exilio en Francia, me crucé con los inicios bonaerenses y realicé toda mi vida profesional en estas instituciones, trabajé en los CEPT, contribuí a promocionar la modalidad en el litoral y norte argentinos e investigué sobre la historia de este sistema que nos enorgullece.

En próximos envíos estaré describiendo la génesis de este sistema, sus creadores y la fascinante expansión de la alternancia que hoy alcanza tres continentes, decenas de países y centenares de escuelas en el mundo.

He invitado a mis ex-compañeros de trabajo de la Alternancia a que envíen notas de sus actividades cotidianas, desarrollo de proyectos y aspectos sustanciales de esta modalidad que con sus más de 80 años de historia está más viva y joven que nunca. Estarán llegando oportunamente a los lectores de El Agrario.

Nos seguiremos encontrando, gracias.

(*) OSCAR DINOVA  es Ex-Docente y Director de CEPT, Ex-Técnico y Asesor del Ministerio de Educación de Nación para la Alternancia. Autor de “Escuelas de Alternancia, Un Proyecto de Vida” (Ed. Geema, 1997)