Pese al adverso contexto mundial y local producto de la pandemia de coronavirus, el mercado cárnico de la Argentina demostró su potencial con un gran desempeño sostenido durante todo el 2020. Haciéndole frente a las restricciones que implica el protocolo sanitario, el negocio de las carnes se ha mantenido sólido.

Las estimaciones y datos oficiales respaldados por el último informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea aseguran la producción de las tres carnes (vacuna, porcina y aviar)  alcanzó durante el año pasado las 6,04 millones de toneladas.

En relación al consumo, el medio de consumo de la tres carnes por habitante promedió en unos 108,0 kilos por habitante, mientras que las exportaciones se calculan a 26,4 kilos per cápita, con 1,19 millones de toneladas. Si bien el consumo local resulta positivo, se ubica por debajo de lo registrado el año pasado, con 108,8kilos.

Particularmente el consumo de carne bovina, se registró durante el 2020 el nivel de consumo más bajo en 40 años, ubicado en 49,7k por habitante. La carne aviar, por su parte, alcanzó su cifra más alta de la historia con 44,1 kilos per cápita.

Los niveles de producción registrados durante el 2020, se consolidaron como uno de los más altos: desde la década del `70.

A su vez, los niveles de producción registrados durante el 2020, se consolidaron como uno de los más altos: desde la década del `70 hasta el presente no se había producido ni exportado tanta proteína animal.

Los valores de los productos cárnicos se ubicaron por encima de la inflación, en términos generales, durante el 2020, teniendo un pico de notoriedad a finales de año, momento del año donde el aumento estacional tuvo lugar y se visibilizó el aumento progresivo. Los cortes de carne bovina, durante diciembre, alcanzaron un 74% de aumento interanual, en relación a una inflación del 36%.

En contraposición, los salarios no acompañaron la tendencia positiva y no pudieron seguir el ritmo de los aumentos. El salario mensual promedio sufrió una desmejoría internual de 9,7%, permitiendo a los consumidores comprar 20% menos carne bovina que el 2019.

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