INTA, Marcos Juárez

La cosecha de soja nacional con nivel proteico menor al óptimo

La soja arrojó un valor promedio general de 36,2 % de proteína, muy cercano a la campaña anterior, que fue de 36,1 %, continuando así con valores bajos respecto a las demandas industriales y casi 2 puntos menos que el valor que precisa la industria aceitera.

Por Marcelo Frankel | 02-06-2021 12:00hs

 

Según fue informado por la sede de Marcos Juaréz del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en la provincia de Córdoba, la soja nacional de la campaña agrícola 2020/21 muestra en promedio una calidad inferior a la del estándar de proteína que se requiere para la elaboración de la industria aceitera.

Desde hace 24 años, el personal del Laboratorio de Calidad Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas de INTA Marcos Juárez realiza un muestreo durante la cosecha de soja en acopios y cooperativas de la zona núcleo sojera para conocer la calidad de la cosecha de cada año.

La falta de agua en el llenado del grano es un factor influyente y, en el marco de una fuerte sequía, “en la zona central del país predominaron restricciones hídricas dadas por una limitada recarga de los perfiles del suelo desde el otoño junto a escasas e irregulares precipitaciones, reflejándose de forma generalizada en una caída del potencial productivo y en la calidad".

Con respecto al contenido de proteína, que es uno de los parámetros más requeridos por la industria, el laboratorio reportó que en el muestreo y análisis, “la soja arrojó un valor promedio general de 36,2 % de proteína, muy próximo a la campaña anterior que fue de 36,1 %, continuando con valores bajos respecto a las demandas industriales”. Las industrias requieren 38%, casi 2 puntos menos que el valor que precisa la industria aceitera, los últimos nueve años el nivel proteico fue inferior a ese mínimo óptimo.

Esta baja en el contenido de proteína de soja es una cuestión que preocupa a la industria y al complejo sojero en general, por las pérdidas que implica y los mayores costos en la producción y exportación de harina proteica, lo cual termina repercutiendo en un menor precio recibido por el productor”, detallan desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

La situación exige mayores esfuerzos por parte de la industria de crushing (aceitera, harinera) nacional para lograr una harina de soja que cumpla con los estándares internacionales. En caso de que no se cumpla con los parámetros establecidos, se aplican castigos y descuentos y, en algún caso, puede derivar en el rechazo de la mercadería si no se alcance el umbral mínimo.

La última vez que el promedio de proteína relevado por el INTA Marcos Juárez se ubicó por encima del 37% fue en la campaña 2015/16, mientras que la última vez que se registró una media mayor al 38% fue en 2011/12.

Este fenómeno de baja en el nivel de proteína se da también en los otros grandes productores mundiales, Brasil y Estados Unidos, y en general es la contracara del aumento en los rendimientos. “Los avances genéticos y biotecnológicos en las semillas impulsaron el incremento en el rinde a costa de una reducción en el contenido proteico del grano, dado que éste se diluye”, detallaron desde la BCR. Por lo tanto, a mayor productividad, menor contenido proteico en un producto cuya característica clave es su alto contenido de proteínas, que lo convierte en un insumo particularmente beneficioso en la producción de carne animal.

 

Según fue reportado, el contenido proteico en zona núcleo registró una notable caída desde la 1997/98 (primer año de recolección del laboratorio) en adelante, a pesar de que en las últimas dos campañas la proteína aumento respecto del mínimo registrado en 2017/18. En Argentina, según el INTA Marcos Juárez para la región núcleo, hacia fines de los 90 y principios del 2000, el contenido proteico se ubicaba en 39,3%, mientras que en los últimos 5 años el contenido proteico promedio fue del 36,5%, mostrando una rebaja de mayor magnitud (2,8 pp.) y en un lapso de tiempo menor.

Ya en el año 2013, ante el menor tenor proteico en soja, la industria aceitera modificó la base de comercialización para la harina de soja de origen argentino: pasó de 47,0% a 46,5% con una tolerancia de recibo de 45,5% (anteriormente de 46,0%), con el consiguiente reacomodamiento de precios. A partir de 2016 se habilitó el ingreso de soja proveniente de Paraguay, que cuenta con un mayor nivel proteico, en el marco del régimen de importación temporal con el propósito de mejorar la calidad de la harina argentina de soja.

 

Así, el nivel proteico de los granos influye fuertemente sobre el contenido de proteína de la harina, industria en la que la Argentina es un jugador clave a nivel mundial. El menor desempeño relativo de los granos argentinos resulta en que la harina de soja argentina es, entre la estadounidense y la brasileña, la que menor contenido proteico asegura. La harina Hi-Pro producida en Argentina posee un estándar de comercialización del 46,5% de proteína, mientras que Brasil ofrece un producto con un nivel proteico del 48% y Estados Unidos del 47,5%.

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