Sin luz eléctrica ni conectividad

Los desafíos de estudiar en el campo

Esta es la historia de Héctor, un niño de 7 años que vive en el puesto de una estancia, a unos 2 kilómetros de la escuela, en Mercedes, provincia de Corrientes. No es el único caso de niños o maestros en Argentina que se han visto obligados a buscarse la manera de seguir en la escuela, pero sí uno de los más dignos de contar. Una historia admirable, de empeño y constancia, que emociona y llena de orgullo a su maestra, Gabriela Villalba, y la comparte con El Agrario.

Por Camila Correa | 09-05-2021 03:30hs

En la zonas rurales, donde vivir aislados es la regla, la escuela es en muchos casos el único espacio de socialización de la zona, la picada, el kilómetro o el campo, e incluso, en algunos establecimientos, es también el único acceso a internet. Dejar de ir al colegio es mucho más que no recibir formación académica. También, es dejar atrás el contacto físico con los maestros y sus compañeros. Es, para muchos, no tener un espacio seguro o perder la comida más nutritiva del día.

 

Durante el 2020, con la pandemia del coronavirus y la suspensión de las clases presenciales, niños  y niñas junto a sus familias y docentes aprendieron esta nueva forma de estudiar, de reorganizar los contenidos y adecuar los horarios a las distintas posibilidades.

Pero, en el ámbito rural aparecen otros obstáculos, como la falta de internet, las largas distancias, escuelas de pocos alumnos con enseñanza de multigrado, sin útiles escolares ni libros.

Sí a esto le sumamos, realizar las tareas básicas, como estudiar, únicamente durante las horas de luz natural y depender de la leña o el carbón para cocinar, y estar prácticamente aislado del mundo exterior, sin telefonía celular, ni acceso a radio o televisión, es realmente un escenario muy complejo.

La historia a la que tuvimos llegada, gracias a Gabriela Villalba, directora de la Escuela Primaria N° 282 Francisco Javier Carruega Paraje Rincón del Yaguari Departamento Mercedes, Provincia de Corrientes, es la historia de Héctor, un niño de 7 años que vive en el puesto de una estancia a unos 2 kilómetros de la escuela.

"Pero lo más llamativo y digno de contar es que viven sin luz eléctrica, y pese a esto, Héctor estudia día a día para superarse".

La casa donde vive, no tiene luz eléctrica y consumen agua de molino. Vive con su mamá Marina, que es artesana, y lo acompaña en su estudio. Su papá es peón en la estancia donde viven, sale muy temprano a trabajar y vuelva al atardecer. Por las noches acompaña a Héctor en el entusiasmo por la lectura y lo escucha leer.

"Pero lo más llamativo y digno de contar es que viven sin luz eléctrica, y pese a esto, Héctor estudia día a día para superarse", indicó orgullosa su maestra, Gabriela que dialogó con El Agrario. "Cuando se quiere, se puede cumplir, Héctor lee de corrido y aprendió sin tener luz eléctrica en su casa", agregó.

Héctor, no es el único caso de niños o maestros en Argentina que se han visto obligados a buscar la manera de seguir en la escuela. Pero sí uno de los más gratos de contar. Una historia admirable, de empeño y constancia. Donde se refleja el mensaje, de no darse por vencidos ante las adversidades y de que todo esfuerzo tiene su recompensa.

En ese sentido, la maestra nos contó como el menor, durante el 2020, pudo llevar a cabo sus estudios y cumplir con las tareas: “Realmente vale la pena destacar el esfuerzo que hacen. Héctor y su familia, tienen que hacer kilómetros para llegar a la casa más cercana para cargar el celular”.

El ejemplo de que no se necesitan tantas cosas para realmente estudiar, el querer aprender y el compartir en familia.

En este sentido destacó: “El ejemplo de que no se necesitan tantas cosas para realmente estudiar, sino el querer aprender y el compartir en familia. Al no tener luz, no tienen tv y el diálogo y la participación en la tarea siempre es con la vinculación de la mamá y el papá”.

Por otro lado, Gabriela dijo que eventualmente hay gente de Buenos Aires que colabora con donaciones para la Escuela. En esta oportunidad, Héctor y otro compañerito de grado, recibieron luces solares con una pequeña pantalla solar y entrada de USB para cargar el celular.

Asimismo, Gabriela expresó su agradecimiento: "A todas aquellas personas anónimas que colaboran con las Escuelas Rurales".

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