MES DE LA INDEPENDENCIA

Mujeres que hicieron patria: María Remedios del Valle

En la historia de esta patriota puede reconocerse lo que tuvieron que padecer centenares de olvidados, héroes de las luchas por la independencia, luego condenados a la miseria. Pero por su condición de afro y de mujer, la marginación la llevó a la mendicidad, hasta que un jefe que fuera su compañero de armas, la reconociera. Sin embargo, la prolongación de sus penurias y el silencio que pesó sobre su actuación hasta no hace mucho, ilustran con creces la sombra que pesó especialmente sobre las mujeres argentinas que participaron de la gesta independentista de nuestra patria.

Por Gabriela Simonotti | 21-07-2021 03:00hs

Es reconocido, a lo largo de nuestra historia, el papel de las mujeres patriotas al cuidado de los heridos en los frentes de batalla, como es el caso de María Remedios del Valle, liberta y por lo tanto, negra. Lo que pocas veces se menciona es que, en muchos casos, estas mujeres acompañaban a los ejércitos y que su participación no era solamente de “auxiliares”, vivanderas, enfermeras, esposas y concubinas de soldados y oficiales. Justamente, en el caso de Ayohúma, terrible derrota para las fuerzas patriotas conducidas por Belgrano en 1813, muestra la presencia entre esas mujeres de una morena porteña que estaba “enlistada” en el Ejército del Norte desde tres años antes.

María Remedios del Valle (Buenos Aires, 1766 o 1767 — noviembre de 1847) fue una militar argentina, una de las llamadas “niñas de Ayohúma”, aquellas que asistieron al derrotado ejército de Manuel Belgrano en la batalla homónima. Afrodescendiente argentina, actuó como auxiliar en las Invasiones Inglesas y tras la Revolución de Mayo acompañó como auxiliar y combatiente al Ejército del Norte durante toda la guerra de Independencia de la Argentina, lo que le valió el tratamiento de “Capitana” y de “Madre de la Patria” y, al finalizar sus días, el rango de Sargento Mayor del Ejército. En su honor, la ley Nº 26.852 establece el 8 de noviembre como el “Día Nacional de los Afroargentinos y de la cultura afro”.

Nacida en 1766 o 1767, en la ciudad de Buenos Aires, entonces capital de la provincia o gobernación del Río de la Plata, en el Virreinato del Perú, era “parda” según el sistema colonial de castas. Durante la Segunda Invasión Inglesa al Río de la Plata, María Remedios del Valle auxilió al Tercio de Andaluces, uno de los cuerpos milicianos que defendieron con éxito la ciudad. Según el parte del comandante de ese cuerpo, “durante la campaña de Barracas, asistió y guardó las mochilas para aligerar su marcha a los Corrales de Miserere”.

Al producirse la revolución del 25 de mayo de 1810 y organizarse la primera expedición auxiliadora al Alto Perú, conformando lo que luego se denominaría Ejército del Norte, el 6 de julio de 1810, María Remedios del Valle se incorporó a la marcha de la 6ª Compañía de artillería volante del Regimiento de Artillería de la Patria, al mando del capitán Bernardo Joaquín de Anzoátegui, acompañando a su marido y sus dos hijos (uno adoptivo), quienes no sobrevivieron a la campaña. Del Valle continuó sirviendo como auxiliar durante el exitoso avance sobre el Alto Perú, en la derrota de Huaqui y en la retirada que siguió. En vísperas de la batalla de Tucumán se presentó ante el general Manuel Belgrano para solicitarle que le permitiera atender a los heridos en las primeras líneas de combate. Belgrano, reacio por razones de disciplina a la presencia de mujeres entre sus tropas, le negó el permiso, pero al iniciarse la lucha, Del Valle llegó al frente alentando y asistiendo a los soldados quienes comenzaron a llamarla la “Madre de la Patria”. Tras la decisiva victoria, Belgrano la nombró Capitana de su ejército.

Tras vencer en la batalla de Salta, Belgrano fue derrotado en Vilcapugio y debió replegarse. El 14 de noviembre de 1813 las tropas patriotas se enfrentaron nuevamente a las realistas en la batalla de Ayohúma y fueron nuevamente derrotadas. María de los Remedios del Valle combatió, fue herida de bala y tomada prisionera. Desde el campo de prisioneros ayudó a huir a varios oficiales patriotas. Como medida ejemplificadora, fue sometida a nueve días de azotes públicos que le dejarían cicatrices de por vida. Pudo escapar y reintegrarse al ejército argentino donde continuó siguiendo a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales, empuñando las armas y ayudando a los heridos en los hospitales de campaña.

Finalizada la guerra y ya anciana, del Valle regresó a la ciudad de Buenos Aires, donde se encontró reducida a la mendicidad. Según relata el escritor, historiador y jurisconsulto salteño Carlos Ibarguren (1877-1956), quien la rescató del olvido; Remedios del Valle vivía en un rancho en la zona de quintas, en las afueras de la ciudad y frecuentaba los atrios de las iglesias de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, así como la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo), ofreciendo pasteles y tortas fritas, o mendigando, lo que junto a las sobras que recibía de los conventos le permitía sobrevivir. Se hacía llamar “la Capitana” y solía mostrar las cicatrices de los brazos y relatar que las había recibido en la Guerra de la Independencia, consiguiendo solamente que quienes la oían pensaran que estaba loca o senil.

No conforme con su suerte, el 23 de octubre de 1826 inició una gestión solicitando que se le abonasen 6.000 pesos “para acabar su vida cansada” en compensación de sus servicios a la patria y por la pérdida de su esposo y sus hijos. El expediente, firmado en su nombre por un tal Manuel Rico, y al que se agrega en apoyo una certificación de servicios del 17 de enero de 1827 firmada por el coronel Hipólito Videla. Cuando su solicitud llegó a ser tratada, el 24 de marzo de 1827, el ministro de Guerra de la Nación, general Francisco Fernández de la Cruz, rechazó el pedido recomendando dirigirse a la legislatura provincial, ya que no estaba “en las facultades del Gobierno el conceder gracia alguna que importe erogación al Erario”.

En agosto de 1827, mientras Del Valle, de 60 años, mendigaba en la plaza de la Recova, el general Juan José Viamonte, entonces diputado en la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires, en representación de los pagos de Ensenada, Quilmes y Magdalena, la reconoció. Tras preguntarle el nombre, exclamó: “¡Usted es la Capitana, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína!”. Del Valle le contó entonces cuántas veces había golpeado a la puerta de su casa en busca de ayuda, pero que su personal siempre la había espantado como pordiosera.

Viamonte tomó debida nota y el 11 de octubre de ese mismo año presentó ante la Junta un proyecto para otorgarle una pensión que reconociera los servicios prestados a la patria. Recién en 1828, y luego de varias negativas, con un arduo debate iniciado por Tomás de Anchorena en defensa de Del Valle, se decidió otorgarle “el sueldo correspondiente al grado de capitán de infantería, que se le abonará desde el 15 de marzo de 1827 en que inició su solicitud ante el Gobierno”. A pedido del diputado por la ciudad Ceferino Lagos se votó crear una comisión que “componga una biografía de esta mujer y se mande a imprimir y publicar en los periódicos, que se haga un monumento y que la comisión presente el diseño de él y el presupuesto”. Los diputados votaron el otorgamiento de una pensión de 30 pesos, desde el mismo día que María Remedios del Valle la había pedido, sin pagarle retroactivos por todos los meses en que no había cobrado nada.

El 28 de julio de 1828 el expediente fue pasado a la Contaduría General y el 21 de noviembre de 1829, Del Valle fue ascendida a Sargento Mayor de Caballería. El 29 de enero de 1830 fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. Entre enero y abril de 1832, y entre el 16 de abril de 1833 y el 16 de abril de 1835, figuró en listas con sueldo doble.

El 16 de abril de 1835 fue destinada por decreto de Juan Manuel de Rosas, que el 7 de marzo de 1835 había asumido su segundo mandato como gobernador de Buenos Aires, a la plana mayor activa con su grado de Sargento Mayor. Le aumentó su pensión de 30 pesos en más del 600 %.

En la lista de pensiones de noviembre de 1836 María Remedios del Valle figura con el nombre de Remedios Rosas, quizás por gratitud hacia el gobernador que la sacó de la miseria. En la lista del 28 de octubre de 1847 aparece su último recibo, de una pensión de 216 pesos. En la lista del 8 de noviembre de 1847, una nota indica que “el Mayor de Caballería Doña Remedios Rosas falleció”.

Homenajes

  • Por iniciativa de Octavio Sergio Pico ―presidente del Consejo Nacional de Educación durante el gobierno de Agustín Pedro Justo―, una calle de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre. También una escuela de Buenos Aires lleva el nombre “Capitana María Remedios del Valle” en su honor.
  • La ley 26.852 sancionada el 24 de abril de 2013 por el Congreso de la Nación Argentina estableció el 8 de noviembre como “Día Nacional de los afroargentinos y de la cultura afro” en conmemoración de María Remedios del Valle.
  • El 26 de mayo de 2010, en la sesión de la Cámara de Diputados de homenaje al Bicentenario de Argentina, las diputadas Cecilia Merchán y Victoria Donda presentaron un proyecto de ley para construir un monumento en honor a Del Valle.
  • El 10 de diciembre de 2018, en la Escuela Nº 25 sita en la calle Ferrando 548 de la ciudad de Santa Rosa, provincia de La Pampa, la comunidad educativa inauguró un monumento alegórico.

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