Adaptar o expirar

Retos para el mercado ganadero a futuro

Con la mirada puesta en el largo plazo, la industria ganadera deberá llevar a cabo indefectiblemente una serie de cambios para no perder lugar en las heladeras de la Argentina y el mundo y caer sobre la creciente industria de las proteínas vegetales.

Por Belén Benítez | 03-08-2020 11:00hs

Los principales índices del mercado brindados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), reflejan un cambio en el consumo de carne tendiente a la merma. No obstante, con el gigante asiático demandando grandes volúmenes por el déficit de carne de aproximadamente 20 millones de toneladas, consecuencia de la Fiebre Porcina Africana, a corto y mediano plazo el mercado de carne no percibiría todavía esos cambios.

Pero, sin perjuicio de contar con China como un mercado importante en este momento, el mercado ganadero deberá enfrentar de cara al futuro una serie de desafíos para adaptarse a un nuevo mundo en el que la carne no tendrá el lugar que solía tener.

Al rededor de la fecha post pandemia, solo hay incertidumbre; en varios lugares del mundo la cantidad de casos de coronavirus parecía mostrar signos de erradicación de la enfermedad pero actualmente vuelven a presentar pequeños picos que demuestran que no se puede saber a ciencia cierta si quiera si va a haber un mundo libre del virus; lo que exige para los productores y miembros del mercado una consideración especial y una apertura para reconfigurar las bases del mercado.

Aquellos países que presenten mayor cantidad de contagios y muertes, tendrán consecuencias mayores en los consumidores.

De acuerdo a David Hughes, profesor emérito de Food Marketing en el Imperial College de Londres y docente de la Royal Agricultural University, las secuelas que dejará la COVID en los consumidores dependerá de la experiencia que se viva durante el coronavirus: aquellos países que presenten mayor cantidad de contagios y muertes, tendrán consecuencias mayores en los consumidores. Sencillamente, se sembrará una duda acerca de la inocuidad del comer afuera del hogar, por la propia situación de la pandemia o por la desconfianza que se generó por quienes le adjudican a las carnes el origen de virus. Ésto podría ser un cambio irreversible para los consumidores.

A su vez, en el marco de una crisis económica y recesión prácticamente global, para los consumidores el gasto que implicaría comer afuera dejó de ser  para el grosso de la población una cuestión accesible y/o se convirtió en un gasto que puede ser reemplazado por otros más “inteligentes”. A partir del aislamiento, en todo el mundo hubo un cambio considerable en los hábitos de alimentación, impulsando la cocina casera.

En la Argentina, particularmente, los consumidores pasaron, según el Instituto de Promoción de Carne Vacuna (IPCVA), un 9,1% del tiempo de aislamiento cocinando, reencontrándose con ese hábito. Para el consumo, esto incide negativamente ya que al tener más contacto con los alimentos y la preparación de los mismos, se gestó un raciocinio particular al rededor de eso: el IPCVA afirmó que ahora el 30% de los consumidores está reciclando la comida, evitando desperdiciar; un 27% afirmó estar tomando mejores decisiones para comprar y un 10% está comprando alimentos para mantener una dieta saludable y variada.

Podría tomarle a la mayoría de los países entre dos y cuatro años volver a las condiciones económicas del 2019.

Las condiciones económicas previas al 2020, según Hughes, no obstante, no cambiarían radicalmente a partir del “fin del coronavirus”, ya que podría tomarle a la mayoría de los países entre dos y cuatro años volver a las condiciones económicas del 2019; mientras tanto se presentará un período de recesión importante. El único país en el mundo, que “puede atravesar el 2020 sin entrar en recesión” es China, de acuerdo a Hughes; pero en el resto de los países el cambio del consumo como consecuencia de la crisis económica, será palpable.

Sin embargo, en el mercado de la alimentación, el coronavirus no afectó de la misma manera: “A Kraft, Heine`s, Nestlé, PepsiCo y Mondelez les fue increíblemente bien con el coronavirus”, detalló el experto en el seminario de IPCVA, “las ventas mayoristas y minoristas de estas empresas crecieron considerablemente”. Éstas empresas, recogieron todas las ventas para stockear y de reemplazo de otros consumos.

Y, pese a que en Argentina, según lo relevado por el Instituto, se consumen casi 50kg por habitante, un 65% de la muestra que hizo el IPCVA, afirmó estar dejando de consumir carne vacuna para consumir otro tipo de alimentos y un 44% de ese porcentaje está eligiendo remplazar por carne de cerdo o pollo.

A nivel mundial,  también se está presentando un fenómeno de reemplazo de las proteínas de “alta calidad” por proteínas de menor categoría. "Desde la perspectiva del consumidor la carne es una especie premium, por lo que eligen cerdo o aves y como un consumo aún más bajo, eligen proteínas como huevos u otros”, explicó Hughes.

A su vez, aseguró que los consumidores, a nivel global, “ven el mundo de las proteínas como un paraguas cada vez más grande, bajo el cual hay más que carne vacuna como la única proteína accesible por lo que buscan alimentos a base de plantas u otros”.

En este sentido, los productos a base de vegetales crecieron un 14% en el periodo de pandemia. No obstante, el verdadero competidor de la carne vacuna en este momento es el pollo. De acuerdo al experto, la carne está posesionada en otro lugar del mercado, por lo que el desafío post pandemia para la carne vacuna será mayor que para las aves de corral.

El pollo es barato, nutricional, versátil, snackeable, se puede comer frío o caliente, a los niños les gusta, esta disponible en mercados locales, pero lo más importante es que están orientados al consumidor.

El pollo, en comparación de la carne vacuna, está muy bien instalado en el mercado: “es barato, nutricional, versátil, snackeable, se puede comer frío o caliente, a los niños les gusta, esta disponible en mercados locales”, pero lo más importante es que "están orientados al consumidor".

La orientación al consumidor del pollo permitió que el mismo tome un lugar en los desayunos en Estados Unidos, como ejemplo, en el país McDonalds y otras cadenas lo comercializan en el desayuno, un momento de consumo impensado para la carne vacuna. Según Hughes, eso se debe a que se abordó la carne de pollo de una manera diferente: “el pollo se comercializa con nombres pegadizos y comerciales como Nuggets (Patitas en Argentina) mientras que en la carne vacuna se usa el nombre de lugar anatómico de donde procede”, lo que hace que el consumidor también tenga mucha más conciencia de que está comiendo un animal y toda la controversia que se genera por ese tema y lo cual dificulta que se considerado para incluirlo en el desayuno.

La carne, entonces, debería generar otros momentos de consumo y debería trabajar en el branding de esta, para que los consumidores consideren su consumo más allá del almuerzo o cena: "se debería ampliar el rango de productos para que pueda instalarse también en otros momentos del día".

Sin embargo, el trabajo en la generación de otras oportunidades de consumo, también tiene que ir acompañada con un cambio de percepción del consumidor: “para los consumidores, no se nos ve como respetuosos con el medioambiente, no se nos ve como sustentables, como respetuosos con el bienestar animal”. Y, si bien los pollos tampoco están exentos de esos factores, no tiene la misma impresión en la sociedad que la carne.

Las tendencias globales demuestran que los consumidores están siguiendo una lógica de “mi consumo puede hacer la diferencia”, por lo que la carne roja en este sentido no se encuentra favorecida. El movimiento creciente sobre el medio ambiente, sobre lo que comemos y la sustentabilidad presenta un desafío: en Argentina, hay un 4% de vegetarianos, 2% de veranos y un 30% de flexitarianos que están reduciendo por voluntad propia en consumo de carne vacuna, impulsados por estos motivos.

Son varias las agrupaciones ambientales y activistas que se manifiestan en contra de la industria ganadera, pero no están solos, las Naciones Unidas también están respaldando estas versiones que apuntan a disminuir el consumo de carne, asegurando que las dietas basadas en vegetales son imprescindibles para revertir los efectos del cambio climático.

La cuarentena, además de vincularnos con los consumos y con las compras desde un punto de vista más racional y eficiente, también mostró los resultados positivos de los niveles de contaminación más bajos; en todo el mundo se vieron las fotos de las ciudades con menor smog o animales que aparecieron en lugares insuales al bajar los niveles de actividad: demostró a los consumidores que realmente el cambio es posible y los efectos se perciben “rápidamente”.

El mercado ganadero debe abordar la problema del medio ambiente y los nuevos hábitos más "saludables" de cara al futuro para evitar que las “carnes de origen vegetal” sigan conquistando el mercado mundial.

Lo cierto es que el cuidado del medioambiente está en el foco de la producción y el consumo: “en Nueva Zelanda, se implementará un impuesto sobre la emisión de carbono, particularmente en metano” aseguró Hughes y afirmó que “en Europa, pusieron un requisito para que cada producto detalle el porcentaje nutricional e impacto en la salud humana y en dos años puede ser más que eso: puede haber un pontaje ambiental y tendríamos que poner nuestros puntajes en nuestros productos”.

El mercado ganadero, al igual que el resto de las industrias, debe abordar el problema de cara al futuro para evitar que las “carnes de origen vegetal” sigan conquistando el mercado mundial. “En China los alimentos de la marca Beyond Meat recaudaron sólo en marzo 5000 millones de dólares, en medio de una pandemia”, afirmó el experto y dijo que “la cadena de valor de la carne es de 2 billones de dólares y de seguir esta tendencia, en el 2040 podría ser menos de la mitad de la cadena de valor actual, o al menos el 30% menos del mercado total de carne”.

“No son sólo las grandes empresas las que se interesan por el mercado de la carne vegetal, sino que debería interesar a todas las empresas porque no pueden darse el lujo de no hacerlo”, afirmó Hughes, por lo que “debemos ser conscientes de ellos, de la competencia que significa”.

En este sentido, si bien la carne vacuna es un producto muy tradicional, para el consumidor las carnes de origen vegetal representan la alternativa para todas las problemáticas que tiene la carne vacuna: está muy bien enfocado al consumidor con campañas de marketing que apuntan principalmente a las nuevas generaciones, resultan amigables con el medio ambiente y tienen el plus de ser de origen vegetal lo que gana la aprobación de todos los consumidores que buscan dietas “saludables”. Por estas razones, de no trabajar para encontrar respuestas a estas exigencias de los consumidores, la carne está condenada a ir progresivamente menguando.

Para poder reposicionar a la carne en este nuevo escenario que se nos presenta como normalidad, esta debe configurarse de otra manera, apuntando a los nuevos consumidores y no seguir “hablándole” al consumidor tradicional implementando herramientas de marketing que instalen la carne también en las dietas de ellos y trabajar arduamente en la problemática medioambiental.

A su vez, como consecuencia de las dudas que existen al rededor de la carne como disparador del coronavirus, se deberá trabajar en la transparencia: los consumidores desean saber de dónde viene la carne, cómo se produce, quienes la producen, entre otros. Es necesario, entonces, para consolidar la imagen positiva de la carne y su consumo a largo plazo, enfocarnos en el cuidado del medioambiente y en las preferencias y perspectivas de los consumidores.

 

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