EDITORIAL

“Señor Milei, deje de ensuciar la palabra Libertad”

Por Jorge Pirotta | 07-05-2023 10:07hs

Javier Milei, esperpento liberal que se autodefine como “anarcocapitalista”, es precandidato a presidente de la Nación por “La Libertad Avanza” y su discurso y propuestas de alto impacto mediático lo han puesto en el escenario electoral de 2023 como una alternativa de “cambio”.

Entrenado para generar títulos periodísticos rimbombantes y sacar provecho en las redes sociales, este nuevo comunicador del pensamiento liberal, de derecha, conservador, o como se lo quiera definir, utiliza la sagrada palabra “Libertad” ensuciándola todo el tiempo con propuestas que, si llegaran a concretarse, no harían más que cercenar la libertad de las mayorías y solo le darían libertad de acción al minúsculo grupo de integrantes del poder económico concentrado al que este señor representa.

Porque la “libertad” que este señor promueve es “liberar” a los poderosos del yugo de las leyes y políticas que limitan o hacen ilegal la explotación salvaje de los trabajadores, la evasión del pago de impuestos, el contrabando y la fuga de capitales.

Autoproclamados como “libertarios”, y llamados así por los comunicadores de los grandes medios hegemónicos (cumpliendo su tarea de dominación cultural, claro), Milei y sus seguidores ejecutan el mandato de mostrar como cambio lo que en realidad es regresión, avanzar caminando hacia atrás.

Los tópicos utilizados son de lo más variado: dolarización de la economía, educación privada, legalización de la venta de órganos, eliminación de la legislación laboral, achicamiento del estado. Algunas propuestas, como legalizar la venta de órganos tienen como objeto evidente provocar reacciones y repercusiones en las redes. Este extravagante aspirante liberal a la Casa Rosada justificó su propuesta afirmando: Mi primera propiedad es mi cuerpo. ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?".

Es decir, la idea es que, ya que existe un “mercado” criminal del secuestro de personas, fundamentalmente niños y niñas, para vender sus órganos a los adinerados que no preguntan de dónde salió el o la donante, ya que está pasando, legalicémoslo. Así sus amigos poderosos no se tienen que ensuciar las manos con pequeñeces.

Para ensuciarse hay que ensuciarse a lo grande, debe pensar Milkei. Destruir el Estado, lo más urgente, y todas las leyes que limiten la “libertad de explotación” o la “libertad de no pagar impuestos” o la “libertad de sacar capitales” afuera del país.

Privatizar la Educación es otra de las propuestas “libertarias”. La educación privada existe desde hace décadas en nuestro país y gran parte de ella está subsidiada por el Estado. Entonces, ¿qué quiere decir cuando propone que la educación sea privada?: que se eduquen los que puedan pagar, los demás, cuanto más ignorantes, mejor, más fáciles de dominar.

La Educación, si de verdad amamos la Libertad, debe ser garantizada para todos los integrantes de la sociedad, sin ningún tipo de distinción ni exclusión, porque el conocimiento nos hace libres para elegir el camino que queremos transitar en nuestras vidas.

Perón creó en sus casi 10 años de gobierno más escuelas que todas las que se crearon en toda la historia argentina; hizo gratuita la enseñanza universitaria, lo que permitió que miles de hijos de trabajadores pudiesen ir a la universidad, la matrícula de las casas de altos estudios se quintuplicó, permitiendo la incorporación a la sociedad de miles de nuevos profesionales provenientes de las clases populares, conformando una creciente clase media.

Es decir, privatizar toda la educación tiene un único sentido y es tener un pueblo ignorante, para poder explotarlo mejor.

Justamente, la ignorancia de nuestra historia, especialmente la de los últimos cien años que en las escuelas secundarias no se aborda como se debería, es lo que permite que la parte de nuestra ciudadanía que cuenta con menos de 30 años de edad desconozca o conozca muy poco de lo que ya padecimos con la aplicación de las políticas que la gente como Milei quieren implementar.

Por eso considero sumamente importante que, con un sentido patriótico y humanista, los mayores hagamos todo lo posible para que los jóvenes y los adolescentes que votan por primera vez al menos estén al tanto de las consecuencias que nos esperan si triunfaran estas ideas retrógradas.

“Achicar el Estado es agrandar la Nación” fue uno de los lemas de la dictadura cívico-militar encabezada por Videla y cuyo ministro de Economía fue José Alfredo Martínez de Hoz, uno de los economistas que Milei admira.

Durante la dictadura se generó una fraudulenta y cuantiosa deuda externa. ¿Por qué fraudulenta? Porque empresas privadas, algunas de dudosa existencia real, tomaron préstamos en dólares en bancos internacionales, endeudándose muy por encima de su capacidad económica, algo parecido a lo que hizo Macri con nuestro país al meternos de nuevo en el Fondo Monetario Internacional y dejarnos una inmensa deuda del Estado.

Pero la casi totalidad de la deuda fraudulenta de la dictadura era privada. Entonces apareció otro economista, Domingo Felipe Cavallo, que era el presidente del Banco Central, que puso al Estado Nacional como “garante” de la deuda externa, transformándola de hecho en una deuda pública. Deuda externa que condicionó de manera contundente al gobierno del presidente Raúl Alfonsín, elegido democráticamente por el pueblo.

Ah, me olvidaba de puntualizar algo: Milei también es admirador de Cavallo, y aseguró que fue el “mejor ministro de Economía” que tuvo la Argentina.

Claro, porque el gobierno de Carlos Menem tuvo como ministro de Economía a Cavallo, quien inventó una especie de “dolarización” bajo el título de “Ley de Convertibilidad”, que significaba que un peso equivalía a un dólar, era lo mismo. Pero para que eso funcionara, los dólares depositados como reserva en el Banco Central tenían que ser equivalentes a la cantidad de dinero en pesos circulantes en la sociedad.

Como los dólares para lograr ese “equilibrio” no alcanzaban, se procedió a vender todos los bienes en manos del Estado que se pudieron vender. Es decir, el Estado que había construido Perón, asociándose con el capital nacional, pero asegurando el control de los servicios públicos, el comercio exterior, las comunicaciones y los recursos estratégicos, fue desmantelado en menos de una década por un gobierno que supuestamente era peronista pero que hizo todo lo contrario a lo que hizo Perón. Años después Menem confesó que “si yo decía lo que iba a hacer nadie me hubiera votado”.

Cuando los dólares de la privatización de gran parte del Estado no alcanzaron para sostener la Ley de Convertibilidad tuvieron que “importar” dólares, es decir, tomar deuda externa. ¡Y dale nomás!

Otro botoncito de muestra: para Milei “Menem fue el mejor presidente que tuvimos”.

Es innegable que un porcentaje de la población se benefició con ese “uno a uno” de la Convertibilidad, como tampoco se puede negar que la gran mayoría se perjudicó: miles de empresas pequeñas y medianas quebraron, condenadas a no poder competir con la importación de productos a menores precios que los que ellas podían ofrecer. Millones de trabajadores y trabajadoras perdieron sus puestos laborales.

La miseria y la desocupación crecieron en forma alarmante. Había mucho descontento. La política se polarizó entre quienes querían, desde el Peronismo, retomar las concepciones históricas del movimiento nacional y popular, y quienes, desde la oposición, se unieron para ser un gobierno de “cambio” mediante una alianza entre diversos sectores populares como el Radicalismo y desprendimientos del peronismo y otras fuerzas menores, pero tenían el virus liberal adentro.

Ganó la “Alianza” y Fernando De La Rúa asumió la presidencia. Uno de sus lemas de campaña fue “conmigo, un peso, un dólar”. Es decir, mantuvo la Convertibilidad, la dolarización encubierta. Pero todo ese andamiaje que beneficiaba a pocos y perjudicaba a casi todos terminó cayéndose en mil pedazos. Ya no quedaban dólares suficientes en el Banco Central.

El maestro de la entrega, Domingo Cavallo, fue llamado nuevamente para hacerse cargo del Ministerio de Economía. Previamente, estuvo en ese lugar Ricardo López Murphy, en el cual duró 15 días. La ministra de Trabajo era Patricia Bullrich, quien hoy es presidenta del PRO. Horacio Rodríguez Larreta, hoy jefe de Gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires y también como la Bullrich, precandidato a presidente de la Nación, era en ese entonces parte de la conducción del PAMI, la obra social de los jubilados y pensionados.

¿Cuáles fueron las medidas que se tomaron frente al abrupto descenso de las reservas del Banco Central? Que la cuenta la pague el pueblo. Se bajaron por decreto las jubilaciones, las pensiones y los salarios de los empleados del Estado en un 11% (mientras los precios seguían subiendo) y se retuvieron todos los depósitos de los bancos, lo que pasó a la historia como “el corralito”. La gente no podía sacar su dinero de los bancos.

Bueno, la acumulación de bronca generó una explosión social que fue violentamente reprimida por el gobierno. Pasó de todo. Las consecuencias más dramáticas, como si faltara algo, fueron las decenas de muertos en las calles víctimas de la represión. El epílogo de esa brutal crisis del 2001 fue la renuncia del presidente De la Rúa y su salida en helicóptero de la Casa Rosada.

Todo lo que escribo en esta Editorial se puede comprobar buscando la información en Internet. Se lo digo a los menores de 30 años, especialmente a los chicos y chicas que van a votar por primera vez. Los invito a buscar, a informarse.

Yo comparto la bronca por el país injusto que tenemos; y no le quito responsabilidad al gobierno, pero hay que decir todo: al presidente actual, como pasó con Alfonsín, no le entregaron un país ordenado, le entregaron una papa hirviendo.

Por eso insisto tanto, como muchos compatriotas, por supuesto, que necesitamos tener un PROGRAMA DE GOBIERNO que nos permita construir un país que nos dé certeza a todos y todas. Los empresarios piden certidumbre, los trabajadores también pedimos y necesitamos lo mismo.

Javier Milei, este flamante nuevo comunicador del liberalismo que se presenta en modo desgarbado y antisistema para llamar la atención, criticando a todos los políticos, además de las figuras ya mencionadas, tiene como referentes que supuestamente consolidan su mirada a los siguientes personajes:

Donald Trump, multimillonario expresidente de los Estados Unidos, archiconocido por su planteo anti política o antipolíticos que le permitió llegar al máximo cargo en el país del norte.

Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, amigo de Donald Trump y con ideas similares.

Margaret Thatcher, primera ministra británica que ordenó el hundimiento del Crucero General Belgrano durante la guerra de Malvinas. Ese hecho fue claramente un “crimen de guerra”, ya que nuestro barco navegaba afuera de la Zona de Exclusión Total (Total Exclusion Zone) establecida por el Reino Unido el 30 de abril de 1982 y que era una circunferencia imaginaria de 200 millas náuticas con centro en el archipiélago Malvinas. Dos días después, hundieron al Belgrano y murieron 323 argentinos.

Ronald Reagan: expresidente de los Estados Unidos conocido por su anticomunismo y fuerte confrontación, en medio de la guerra fría, con la Unión Soviética. Además, promovió en todo el mundo iniciativas tendientes a crear organizaciones anticomunistas, por supuesto “libertarias”. Una de ellas, intentando crear un Foro permanente, creó la “Carta de Madrid”, un llamamiento de extrema derecha ultraconservadora según la calificaron observadores españoles. Javier Milei fue uno de los firmantes de esa carta.

El último de los “referentes” admirado por Milei es Winston Churchill, otro exprimer ministro británico, pero esta vez durante la Segunda Guerra Mundial. Churchill fue uno de los más importantes apoyos que tuvo la Unión Democrática, alianza de partidos conservadores, el radicalismo, le socialismo y el partido comunista, que se juntaron para enfrentar en las urnas al creciente coronel Juan Perón en 1946.

La foto del acto de esa “Unión Democrática” realizado en el Luna Park, muestra en un mismo nivel de importancia, las caras del presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, el primer ministro británico, Winston Churchill y el presidente de la Unión Soviética, Iósif Stalin.

Es decir, las gloriosas palabras “Democracia” y “Libertad” fueron usadas para mantener el estado de situación que el Justicialismo, de la mano de Perón, quería cambiar, ampliando los derechos humanos y laborales, promoviendo la industria nacional, asegurando la salud y la educación para todo el pueblo, un país con Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política.

Milei mucho no habla de Democracia, es cierto, pero se enjuaga la boca con la palabra Libertad, por eso pido que deje de ensuciarla. Y si la piensa seguir usando, entonces diga claramente “Libertad para unos pocos” que es lo que verdaderamente oculta su mensaje.

También, cuando derrocaron a Perón ensuciaron la palabra Libertad, porque esa “Revolución Libertadora” como la autoproclamaron los tiranos fue en realidad una “Dictadura Fusiladora”, pero eso es parte de la historia que, si llegaron leyendo hasta acá, espero que la busquen ustedes mismos.

Un colega cordobés, Osvaldo Gadban, con el que compartimos preocupaciones y miradas, participó del programa de televisión  “CON SENTIDO COMÚN” que conduce el periodista Alfredo Guruzeta. No hay que leer, pero invito todos y todas a que lo miren. Realmente, vale la pena. Click acá para verlo. Antes, el dibujo de FECHU.

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