El movimiento que impulsa el reemplazo de las producciones tradicionales de carne está estimulado por los cambios en las preferencias de los consumidores, siguiendo las tendencias saludables. Sin embargo, todavía se desconoce el valor nutricional de la símil carne, ya que en muchos casos en la búsqueda de sabores, aromas y apariencia se desvincula el desarrollo del producto de la composición nutricional del mismo.

Todavía se desconoce el valor nutricional de la símil carne

Con el afán de llegar a una apariencia que remita a la experiencia de comer carne vacuna tradicional, en el desarrollo de las carnes sintéticas cultivadas en laboratorios no se ponen en cuestión los componentes necesarios para lograr ese objetivo. Un ejemplo de ello son los antibióticos utilizados en el procedimiento para evitar que las bacterias afecten el producto final o las hormonas que se usan para acelerar el proceso de división de las células madre. También resulta controversial que para dar con la textura adiposa propia de la carne tradicional se le incorpore colágeno y grasa, en muchos casos a niveles superiores de los que contiene la carne tradicional.

Bajo la promesa de ser productos libres de maltrato animal y de bajo impacto ambiental, se ignora que en el proceso se hace uso de materia animal.

Bajo la promesa de ser productos libres de maltrato animal y de bajo impacto ambiental, se ignora que en el proceso se hace uso de materia animal: todavía no le hallaron reemplazo al suero fetal bovino necesario para el desarrollo de carne cultivada in vitro o a los huesos que se usan para que tenga una textura idónea.

El universo de la biotecnología alimentaria amplía sus horizontes y su resultado se refleja en estos desarrollos que indudablemente todavía tienen mucho camino por delante para poder cumplir con sus premisas