Opinión

Cristina Fernández y la hora de los liderazgos fuertes

Debido a la alta inflación y con niveles de pobreza cercanos al 40%, las elecciones de 2023 tendrán lugar en un contexto de crisis. Ese escenario es favorable para los candidatos se se muestran como lideres fuertes.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 27-04-2023 06:43hs

Los procesos sociales, políticos y económicos son el principal elemento del contexto en el que tienen lugar las elecciones en democracia. En el caso argentino, la singular crisis que atraviesa el país, con restaurantes llenos y actividad turística y cultural casi a pleno, por mencionar algo, pero al mismo tiempo con dificultades para llegar a fin de mes para gran parte de los argentinos, o bien tener un horizonte de certidumbre financiera, favorece a las fuerzas opositoras.

La crisis argentina no es sólo económica. Hay un hartazgo con la política, una sensación de estancamiento en la ciénaga de la inflación y la crisis recurrente, un diagnóstico bastante extendido entre la gente de que el país es, cuanto menos, difícil de viabilizar.

El "fracaso" de las gobiernos de Mauricio Macri y de Alberto Fernández cimientan esa percepción. El fracaso en cuestión no es sólo económico (Macri con un saldo global de retracción del PBI en su gestión, Alberto Fernández con un saldo de crecimiento, pero una inflación del +/-100%). Es ante todo un fracaso ante las expectativas generadas; una frustración.

En los momentos de crisis la gente suele inclinarse por liderazgos fuertes, alguien que proyecte fortaleza, que proyecte poder y la capacidad de darle solución a la crisis. Ese es el contexto que comprende Patricia Bullrich, quien hace de la "fuerza" y la "fortaleza" el leitmotiv de su campaña.

En contraste, su competidor directo para las PASO, Horacio Rodríguez Larreta, construye su identidad en base al contraste con los "liderazgos mesiánicos" y los "carismáticos". Si bien ambas cosas no son lo mismo, se trata de una construcción de un personaje público carente de atributos personales de fortaleza, al menos en la imagen. Podría decirse que Larreta no es un líder político débil, ya que la construcción de poder que ha realizado en la Ciudad no rima con debilidad. "Llevamos años de carisma, y así estamos. Lo mío es trabajar, trabajar y trabajar", decía en el spot en el que anunció su precandidatura hace pocos meses, frase que sintetiza bien la idea de que su fortaleza no está en los atributos personales, sino en la gestión.

Siguiendo con el razonamiento de los liderazgos fuertes, y cada cual a su manera, podría señalarse en la coalición hoy oficialista a otro tanto de candidatos con pocos o ningún "atributo de fortaleza" y, particularmente a uno (a) asociado a la fortaleza. El "gestor", de trato afable y buen orador Sergio Massa en principio podría ser colocado entre los primeros, lo mismo que el kirchnerista Eduardo "Wado" de Pedro. Daniel Scioli, otro posible precandidato, en 2015 estuvo marcado en parte por una imagen de debilidad debido a su relación de "sumisión" (así visto por muchos) a Néstor y Cristina Kirchner. Hoy eso parece haber quedado atrás, aunque su fortaleza, valga la redundancia, no pasa por mostrarse como un líder fuerte.

Del frente oficialista, la única con credenciales de fortaleza es Cristina Fernández. Un oficialismo golpeado, un contexto de crisis, y una elección que si bien no está perdida se avizora como extremadamente difícil, tal vez tenga en Cristina a la mejor carta para hacer la mejor elección posible. CFK puede representar la posibilidad de retener votantes que sin ella en la boleta migran para Javier Milei, como mostró una de las encuestas de la consultora Circuitos, en un fenómeno, por otra parte, semejante a lo que sucedió en Brasil en 2018, con Lula da Silva en la prisión y parte de sus votantes inclinándose por Bolsonaro.

CFK ofrece no solo la posibilidad de una "derrota digna" a nivel nacional. Puede ser, como han señalado varios, la posibilidad de hacer una buena elección en Provincia de Buenos Aires, y así retener la gobernación. Con un rechazo del electorado muy fuerte, el escenario más optimista para CFK sería alcanzar los 40 puntos y contar con la fragmentación del arco opositor/antikirchnerista, relegado a más de 10 puntos. Ese escenario le supondría un triunfo en primera vuelta

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