INVESTIGACIÓN

Efecto negativo del ozono en los cultivos

Según una investigación realizada por expertos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) el exceso de ozono en capas bajas de la atmósfera puede dañar a las plantas.

Por Valeria Pirotta | 14-04-2020 03:00hs

El ozono es un gas que se encuentra en la estratósfera y actúa como barrera natural contra los rayos utravioletas del sol permitiendo la vida vegetal y animal en la superficie de la tierra. Por eso la vital importancia de controlar las emisiones de gases que reducen el contenido de ozono y dan lugar al llamado "agujero de ozono".

Pero, menos conocido es su efecto negativo sobre la salud de los organismos cuando este gas se encuentra en altas concentraciones en capas bajas de la atmósfera. Este fenómeno ocurre debido a la quema de combustibles fósiles, es decir la actividad que principalmente se concentra en los centros urbanos en consecuencia del masivo uso de transporte y la gran actividad industrial.

Un estudio realizado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) sobre cultivos de tomate, corroboró los efectos negativos que el gas le produce al tomate y además encontraron que no solo daña los tejidos del cultivo, sino también reduce su capacidad para enfrentarse a enfermedades.

Analía Menéndez, docente e investigadora de la cátedra de Ecología de la FAUBA, explicó que “el ozono de la estratosfera, una capa que se extiende entre los 10 y los 50 kilómetros de altura en la atmósfera, protege a los organismos de los rayos ultravioletas. Pero cuando aumenta su concentración en la troposfera puede disminuir el crecimiento de las especies vegetales. La concentración del gas en esta capa de la atmósfera crece desde hace varias décadas. En algunos países, las tasas alcanzan hasta 2,5% de aumento cada año”.

“En la FAUBA analizamos cómo la concentración alta de ozono impactaba en el cultivo de tomate”, explicó Menéndez a partir de un estudio que publicó en la revista científica Plant Biology junto con Ana Romero, Ana Folcia y María Alejandra Martínez-Ghersa, docentes de esa facultad. Para ello, las investigadoras tomaron dos variedades de tomate, Roma y Moneymaker, las cuales poseen diferentes mecanismos para resistir al ozono, las expusieron a concentraciones elevadas de dicho gas y también les agregaron la bacteria Xanthomonas vesicatoria, que provoca una enfermedad muy común de este cultivo.

En base a estas observaciones, Menéndez afirmó que la capacidad de un cultivo para tolerar concentraciones altas de ozono puede influir en la forma en que se enfrenta a distintas enfermedades. “En este caso, la adaptación de la variedad de tomate Moneymaker para combatir la contaminación por ozono le resultó perjudicial cuando también existió un ataque de patógeno. Esto es clave, ya que muchos productores eligen esta variedad y, para frenar enfermedades bacterianas, suelen utilizar el agroquímico que resultó ineficaz en nuestro estudio”.

Por último, la investigadora reflexionó sobre la importancia de estudiar el comportamiento de los diferentes cultivos sometidos a concentraciones elevadas de ozono para poder así "repensar las herramientas agronómicas para producir algunos cultivos”, pues "es crítico analizar e investigar los mecanismos biológicos que están involucrados, sobre todo en un contexto en el que hay que producir alimentos en un ambiente cada vez más contaminado

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