SISTEMAS SILVOPASTORILES

Pymes lácteas y agroecosistemas sustentables

Los sistemas silvopastoriles o sistemas agroforestales mejoran el agroecosistema al mantener el equilibrio de la flora y fauna, la rentabilidad y favorecen la biodiversidad y características física, químicas y biológicas de los suelos. Las pymes tamberas basadas en estos sistemas son el eslabón inicial y fundamental para el desarrollo de los Estados de América Latina y el Caribe en el marco de un crecimiento sostenido en el tiempo.

Por Valeria Pirotta | 03-10-2021 12:00hs

La región de América Latina y el Caribe se caracteriza por ser rica en recursos naturales y con grandes extensiones de territorio rural óptimos para la actividad agropecuaria. Pero, también, es una región con histórica inestabilidad política muy permeable a las influencias de intereses económicos y geopolíticos externos que han perpetrando y profundizando, mucho más aún con la pandemia, las desigualdades sociales y la pobreza extrema.

En un planeta que demanda alimentos, la región latinoamericana tiene un enorme potencial para desarrollar su economía agraria e impulsar su crecimiento. Para ello los Estados y las entidades relacionadas a la economía y la actividad agropecuaria de la región se preocupan por incentivar el desarrollo productivo de las zonas rurales.

En un artículo anterior, concluimos, según los datos estadísticos y los aportes conceptuales de organismos como la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, perteneciente a Naciones Unidas), la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y Fepale (Federación Panamericana de Lechería), que el desarrollo de las pequeñas unidades lácteas representan el punta pie inicial hacia un nuevo paradigma de desarrollo productivo y económico.

De esta manera, si bien la tendencia de las últimas, según la Cepal, es hacia menos unidades productivas y más grandes, lo cierto es que las más pequeñas, del tipo campesino o familiar, proporcionan una fuente regular de alimentos localmente e incentivan la economía doméstica. De ahí la importancia del desarrollo de estas pymes para el recupero de la nutrición y mejorar la situación de pobreza, en un contexto en el cual muchos niños y niñas no pueden acceder a los nutrientes necesarios de la dieta adecuada para su crecimiento.

Ahora bien, existe otro tema fundamental, que es apremiante e ineludible para el desarrollo sostenido en el tiempo de estas regiones, y es la cuestión medioambiental. El cambio climático es un hecho, hace décadas, y aunque la población en general creyó que con la crisis pandémica los Estados y en especial las grandes potencias y los grupo económicos del planeta adoptarían políticas productivas y evolutivas sustentables y hacia un real cuidado del medio ambiente, lo cierto es que ello no sucedió y siguen siendo conceptos que presionan pero que no accionan todavía en los grandes poderes.

No obstante, muchos agentes sociales, políticos y económicos alrededor del mundo, sí han avanzado en acciones concretas basadas en las sustentabilidad de los sistemas productivos que no solo respeten el ecosistema, sino que también contribuyan a mitigar los efectos nocivos de la actividad humana.

En el caso de la lechería, en la región de América Latina y el Caribe, ésta se desarrolla de manera más o menos intensiva. Nos abocaremos a la importancia de incentivar los sistemas menos intensivos, los cuales ofrecen enormes ventajas ambientales y productivas.

Los sistemas silvopastoriles o sistemas agroforestales mejoran la rentabilidad, porque reducen los costos, y favorecen la biodiversidad y características física, químicas y biológicas de los suelos.

Se trata de sistemas silvopastoriles o sistemas agroforestales(manejo de árboles, ganado y pastos en un sistema integrado) que, por un lado, sortean las dificultades climáticas de algunas zonas, y por el otro, mejoran el agroecosistema al mantener el equilibrio de la flora y fauna. Pero además, mejoran la rentabilidad, porque reducen los costos y favorecen la biodiversidad y características física, químicas y biológicas de los suelos.

Existe otro cuestionamiento que debe afrontar la actividad que es la controversia que se suscita en torno a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que aportan las actividades agropecuarias, en particular en este caso, las emisiones de metano de las vacas. No obstante, según datos aportados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina, un país que produce alimentos para más de 450 millones de personas al año, el sector del agro genera "menos del 1 % de la emisión de gases de efecto invernadero a escala mundial". En tanto la región latinoamericana y el Caribe, según la Felpale, representa solo un 8,3 % de estos gases. Y aunque, si bien, de este porcentaje de GEI, el 41 % corresponde a la actividad ganadera y lechera, también es cierto que el metano expedido por los rumiantes se elimina en la atmosfera al cabo de 10 años, mientras que le CO2 perdura siglos y hasta por un milenio. Con lo cual, la mala reputación de la vaca es más un "chivo expiatorio" de las grandes industrias emisoras de dióxido de carbono que una verdadera amenaza para el medio ambiente.

Además, estos sistemas permiten generar servicios ambientales, al utilizar árboles y arbustos que secuestran carbono, brindan sobra al ganado, contribuyendo al bienestar animal y mejoran la rentabilidad de la producción pecuaria. En definitiva, sistemas que no solo conservan y mejoran la biodiversidad y las características del suelo, al permitir la rotación de cultivos con pasturas,  sino que además disminuyen el impacto ambiental  e incrementan la rentabilidad productiva.

En definitiva, para el desarrollo de los pequeños establecimientos productivos lecheros, de América Latina y el Caribe, no hay mejor opción que los sistemas silvopastoriles o agroforestales. Menor costo de inversión en alimentación y en sistemas artificiales de sombra, aumenta la rentabilidad, contribuye al equilibrio del ecosistema, favorece la nutrición del suelo y está en consonancia con los paradigmas planetarios de sustentabilidad. Estas pequeñas unidades económicas son el eslabón inicial y fundamental para el desarrollo de los Estados de la región en un marco de crecimiento sostenido en el tiempo.

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