MES DE LA INDEPENDENCIA

Mujeres que hicieron patria: Juana Azurduy

Heroína que dejó todo por la revolución independentista hispanoamericana, perdiendo a su familia y combatiendo contra el imperio español en los últimos años del Virreinato del Río de la Plata. Azurduy fue una estrecha colaboradora de Güemes y por su coraje fue investida con el grado de teniente coronel con el uso de uniforme.

Por Gabriela Simonotti | 31-07-2021 11:00hs

La lucha de las mujeres fue fundamental en la guerra gaucha durante el proceso independentista de nuestro país y países limítrofes. No solamente eran excelentes espías sino que algunas de ellas, como doña Juana Azurduy de Padilla, comandaban tropas en las vanguardias de las fuerzas patriotas. Esta maravillosa mujer expresó y encarnó sus palabras: "Yo no tuve miedo de luchar por la libertad de mi pueblo".

Juana Azurduy nació en Toroca, población aledaña a Chuquisaca, ubicada en la Intendencia de Potosí del Virreinato del Río de la Plata, hoy municipio de Ravelo, departamento de Potosí, actual Bolivia, el 12 de julio de 1780. Sus padres fueron Eulalia Bermúdez, una chola de Chuquisaca y Matías Azurduy, un rico blanco dueño de muchas propiedades.

Su padre tenía una buena posición económica, dueño de varias propiedades en la zona. Tuvo un hermano, Blas, que falleció prematuramente dos años antes. Este hecho presumiblemente hizo que sus padres esperasen otro varón y por eso criaron a su hija con características de un hijo hombre. Además, la sociedad de Chuquisaca por esos años era muy conservadora y un hijo varón permitiría conservar el apellido Azurduy que era considerado noble y también hubiese podido seguir con las actividades económicas de su padre cuando alcanzase la mayoría de edad. Sus padres continuaron buscando el hijo varón y años después nació Rosalía, otra hija mujer que hizo convencer al padre que no iba a tener más varones.

Juana Azurduy creció en el campo con libertades que a otros niños no les daban sus padres en esa época. Compartió las tareas con los pobladores originarios de la zona a quienes observaba trabajar y dialogaba con ellos utilizando el lenguaje quechua que su madre le había enseñado y compartía con ellos las ceremonias religiosas. Ella contaba que su padre le había enseñado a andar a caballo y lo hacía a galope sin sentir miedo, y además realizaron juntos muchos viajes.

Sus padres fallecieron ambos en forma imprevista, cuando tenía siete años de edad. Su madre falleció de muerte súbita lo que obligó a su padre a mandarla de regreso a su hogar en el campo. Pero al poco tiempo su padre, que tenía una aventura amorosa, fue asesinado supuestamente por un aristócrata del que nunca logró conocerse su identidad.

Infancia en un convento

Al quedar huérfanas las hermanas quedaron a cargo de sus tíos, Petrona Azurduy y Francisco Díaz Valle, quienes las adoptaron más por las propiedades que quedaron a manos de las menores que por amor a las niñas. Por la formación que su padre le había inculcado a su hija basada en la rebeldía y en la libertad, se contradecía con la disciplina de sus nuevos tutores Petrona y Francisco; sobre todo la tía, con quien las peleas eran frecuentes.

Para resolver el problema de convivencia resolvieron enviar a Juana a un convento. Azurduy aceptó ser enviada al convento para terminar con la relación conflictiva con sus tutores y porque algunas religiosas ocupaban posiciones de poder y prestigio en la sociedad chuquisaqueña y suponía que ella podía hacerlo también y de paso ayudar a los marginados.

Pero en el convento no había más libertades que en la casa de sus tíos por lo que se dio cuenta de que esa vida tampoco era para ella; aparte de que la vida no era al aire libre. Estas limitaciones en sus libertades hicieron que Azurduy discutiera fuertemente con la madre superiora, lo que terminó en su expulsión del convento de Santa Teresa y a los diecisiete años volvió a su casa en Toroca.

Matrimonio e hijos

Dado que la convivencia de Juana con sus tíos volvió a ser difícil, se alojó en la casa que había sido de su padre. Además, colaboró con su tío, que ya era muy mayor, en la administración de las propiedades. En esa casa volvió a encontrar la libertad que su padre le había inculcado. Los Azurduy eran vecinos con los Padilla, una familia de hacendados cuyo padre, Melchor, era amigo del padre de Azurduy.

Los Padilla tenían dos hijos, Pedro y Manuel Ascencio. Las dos familias compartían las fiestas y las tareas. Entre Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla se empezó a formar una relación de simpatía y se reencontraron cuando ella regresó a su casa al abandonar el convento: ella estaba sola en su finca y se cruzaba a visitar a su vecina Eufemia Gallardo de Padilla, esposa de Melchor y quien debió haber coordinado el encuentro de la futura pareja, ya que veía en la joven muchacha una buena candidata para su segundo hijo. Finalmente, Juana contrajo matrimonio con Manuel Ascensio Padilla en mayo de 1799, cuando ella tenía 19 años de edad.

Tuvieron cinco hijos: Manuel, Mariano, Juliana, Mercedes y Luisa. Ella se ocupó de que crecieran saludablemente y el padre de la economía familiar. El deseo de darle un futuro próspero a sus hijos llevó a Padilla a postularse para un cargo político en el gobierno de Chuquisaca, pero su condición de criollo fue un impedimento para lograrlo: solamente podían acceder a esas posiciones los ciudadanos con linaje español.

Accionar militar más relevante

En 1809, luego de que estallara la revolución independentista de Chuquisaca, un 25 de mayo, tanto Juana como su esposo se unieron a los ejércitos populares y ayudaron a destituir al gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta 1810, cuando las tropas realistas vencieron a los revolucionarios.

A partir de ese entonces, a través de una organización conocida como "Los Leales", el matrimonio combatió contra el imperio español. Organizaron una tropa de ayuda a las expediciones que enviaba Buenos Aires al Alto Perú para su liberación de los realistas. Juana dejó a sus cuatro hijos y acompañó a su esposo para luchar en el campo de batalla.

El 3 de marzo de 1816, al frente de 200 mujeres indias a caballo denominadas “Las Amazonas”, derrotó a las tropas españolas en el territorio que hoy es Bolivia y liberó a su esposo que estaba prisionero desde 1814.

El gobierno de Buenos Aires le concedió el grado de Teniente Coronel del ejército argentino y la entrega simbólica de un sable por su actuación para la liberación del Alto Perú. Se dice que en los combates vestía una túnica escarlata con franjas y alamares de oro y un birrete con adornos de plata y plumas blancas.

Ayudó a crear una milicia de más de 10.000 indios, comandó varios de sus escuadrones y libró más de treinta combates. En uno de los asaltos mató ella misma al jefe de la fuerza enemiga y le arrebató una bandera que luego presentó a su esposo.

Vio morir a sus cuatro hijos y combatió embarazada de su quinta hija. Ese mismo año, ya embarazada de su quinto hijo, Juana sufrió una herida en la batalla de la Laguna y al intentar rescatarla, su esposo, Miguel Asencio Padilla, murió en combate. Su cuerpo fue colgado por los realistas y luego de dar a luz, Azurduy, ya viuda, se unió a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes, que operaba en el norte del Alto Perú, defendiendo en seis ocasiones las invasiones realistas.

Relación con Güemes

Para solventar la pérdida de su esposo, Juana Azurduy buscó otro hombre que le pueda brindar el apoyo que necesitaba. Recordó que Arenales le había nombrado a un hombre que su fallecido esposo también respetaba: Martín Miguel de Güemes. Provenía también de una familia de buen pasar económico y también compartía los ideales de paz y justicia. Y en su búsqueda se dirigió Azurduy, y fue recibida con respeto e incluida en el ejército de Güemes con tareas ejecutivas y de responsabilidad.

Es posible que entre Güemes y Azurduy se haya producido una relación amorosa, ya que ella aún conservaba sus dotes femeninas a pesar de las guerras y a Güemes le interesaban las mujeres. Además compartieron mucho tiempo juntos. Pero esta relación con Güemes también terminó en forma trágica con la muerte en combate del general salteño, hecho que marcó el fin de la carrera militar de Azurduy y el principio de las penurias económicas que padeció hasta el fin de sus días.

Le solicitó ayuda a las autoridades de la provincia de Salta para regresar a su ciudad natal Chuquisaca, pero la respuesta fue la asignación de cuatro mulas y cincuenta pesos para los gastos de su viaje. Finalmente, después de siete años de permanencia en la capital salteña, emprendió el regreso a su ciudad natal.

Últimos años y muerte

Juana Azurduy arribó a su ciudad natal, Chuquisaca, en compañía de su hija Luisa, que tenía once años de edad por entonces y ningún vecino de esa ciudad fue a recibirla. Lo primero que hizo en la localidad fue intentar recuperar las propiedades que había dejado para emprender su acción militar, pero algunas habían sido confiscadas por el gobierno y otras estaban a nombre de su hermana Rosalía, que se dedicaba a atender su hogar y criar sus hijos. Azurduy intentó recuperar la posesión de sus bienes pero el gobierno solamente le reconoció una sola: la hacienda de Cullco. Posteriormente y debido a las necesidades económicas que sufría la debió vender muy por debajo del valor que hubiese correspondido.

Nadie le reconoció su trayectoria en las guerras independentistas. La mayoría de los caudillos ya habían fallecido. Además, a los que ahora habitaban la región les resultaba más difícil desenvolverse en la política que en el campo de batalla. En los cargos más altos del gobierno estaba el mariscal Santa Cruz, quien combatió para los realistas al comienzo de la guerra y tuvo a su cargo la represión del levantamiento de La Paz en 1809.

Por entonces, recién se estaba empezando a organizar la república de Bolivia y se estaban desarrollando luchas internas que impidieron que tuvieran ocasión de recordar a quienes lucharon por la independencia de ese país y del resto de la región. A pesar de todo, hubo personas que si se acordaron de ella: en una oportunidad se presentaron de sorpresa en su vivienda Simón Bolívar acompañado de Sucre, el caudillo Lanza y otras personas para homenajearla y reconocer su trayectoria. El general Bolívar la elogió delante de los demás diciendo: “Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre” y le otorgó una pensión de sesenta pesos que posteriormente Sucre la aumentó a cien pesos por pedido de Azurduy.

Le pagaron esa pensión, que no era un alto valor económico, por el término de dos años. Se la dejaron de pagar cuando sobrevino la anarquía en Bolivia, al ser herido Sucre en el cuartel de San Francisco y el presidente Pedro Blanco asesinado en la Recoleta. Blanco había sido comandante de las tropas realistas y luchado contra los esposos Padilla.

Finalmente, la pensión que le habían otorgado fue derogada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Tampoco Azurduy recibió ayuda de Buenos Aires, porque al perder el territorio altoperuano consideraba, o eso parecía, extranjero a todos los nativos y residentes en esta zona incluyendo a Azurduy, a pesar de sus luchas independentistas que beneficiaron a ese distrito.

Vivió con su hija Luisa hasta que ella se casó con Pedro Poveda Zuleta y se radicaron lejos de Chuquisaca, lo que dejó a Azurduy completamente sola. Llevó a vivir con ella a Indalecio Sandi, un niño discapacitado hijo de un pariente lejano. La actitud de albergar a un necesitado, a pesar de las necesidades propias, mostró el gusto de ella por ayudar a los desamparados.

Con el avance de la edad habitaba sola en una casa del barrio de Coripata y quienes la conocieron en esta situación, como el historiador Gabriel René Moreno y sus amigos, la relacionaron con esa Juana Azurduy de las que se contaban historias. Además los niños trataban de que les contara las historias de sus luchas independentistas pero no lo lograban; pasaba largas horas en silencio, recordando a sus seres queridos y en compañía a su lado de una pequeña caja con todas sus pertenencias como el nombramiento al grado de teniente coronel que le hizo Belgrano y otras condecoraciones.

El fallecimiento de Azurduy sobrevino el 25 de mayo de 1862, en una alcoba de la Avenida España 218. Fue en el patio interior de lo que podía ser un tambo antiguo, donde los viajantes pagaban una pieza para pernoctar. Se trataba de una habitación muy pequeña con una también pequeña ventana al oriente y la puerta al norte, que se alcanzaba por medio de una escalerilla de abobe. Las paredes estaban blanqueadas y en el techo se podían observar las vigas y las cañas trenzadas, que servían de nido a las vinchucas. Azurduy estaba recostada en una cama sencilla; en esa misma habitación estaba el catre de Sandi, en la alcoba había una vajilla de barro, en las paredes colgaban algunas imágenes, y además estaba el baúl con los documentos de Azurduy.

Cuando se produjo el fallecimiento de Azurduy, el niño Sandi se presentó ante las autoridades militares para informar de la novedad y solicitar los funerales que le correspondían por su grado militar, pero fue atendido por el mayor Joaquín Taborga que le respondió que no se haría nada porque estaban todos festejando la fecha patria. Los restos de Azurduy fueron depositados en cementerio local en fosa común con la única compañía, probablemente, de un sacerdote que pronunció una oración. Esa ceremonia fúnebre tuvo el costo simbólico de un peso.

Años más tarde, el ya anciano Indalecio Sandi, valiéndose de sus recuerdos, señaló el lugar donde probablemente estaban los restos de Azurduy a las autoridades cuando decidieron hacer el postergado homenaje por las acciones independentistas de la fallecida. Sus restos fueron depositados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.

Homenajes

En Argentina

  • En la cultura popular argentina se la recuerda de varias formas, una cueca norteña escrita por el historiador Félix Luna y musicalizada por Ariel Ramírez, honra el accionar de Juana Azurduy, llamándola “la flor del Alto Perú”.
  • Su personaje en la película de Leopoldo Torre Nilsson Güemes, “La tierra en armas”, fue protagonizada por Mercedes Sosa.
  • El Ejército argentino ha nombrado al Regimiento de Infantería de Monte Nº 28, con sede en Tartagal, provincia de Salta, como Generala Juana Azurduy.
  • También el “Programa Juana Azurduy” de Fortalecimiento de Derechos y Participación de las Mujeres se llama así en su homenaje.
  • En la provincia de Chaco hay una ruta llamada “Ruta Juana Azurduy” que nace en la ruta Nº 95, pasa por el impenetrable chaqueño y llega hasta el límite con la provincia de Salta.
  • Existen también diversas escuelas en su homenaje, entre ellas una en Moreno, provincia de Buenos Aires, otra en Nueva Pompeya, y otra en General Pico, provincia de La Pampa, entre otras localidades.
  • Su imagen decora el “Salón Mujeres Argentinas” de la Casa Rosada, sede del gobierno argentino.

  • El 12 de julio, fecha de su nacimiento, fue declarado en Argentina el "Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América" por ley a partir de 2007.
  • Posteriormente, el 14 de julio de 2009, la presidente Cristina Fernández ascendió post mortem a Juana Azurduy, del grado de Teniente Coronel a general del Ejército Argentino. En marzo de 2010 la misma Fernández entregó el sable y las insignias de General del Ejército Argentino ante sus restos, resguardados en la Casa de la Libertad, en Sucre.
  • La presidente Fernández también dispuso que en el Parque Colón, contiguo a la Casa Rosada de Buenos Aires, se ubique un monumento en honor a la figura de Juana Azurduy de Padilla, reemplazando al monumento a Cristóbal Colón. La estatua, del artista Andrés Zerneri, mide 16 metros de alto y 25 toneladas de peso, fue realizada en bronce y donada por el gobierno de Bolivia. Se inauguró en junio de 2015.
  • Posteriormente el 16 de septiembre de 2017 este monumento fue trasladado a la plaza del Correo, frente al Centro Cultural Kirchner, en el marco de las tareas para la construcción del Paseo del Bajo.

En Bolivia

  • En Bolivia, hay una provincia llamada Juana Azurduy de Padilla.
  • El antiguo aeropuerto de la ciudad de Sucre lleva su nombre.
  • A partir de 2014, la Orquesta Infanto Juvenil Nacional fue nombrada Juana Azurduy.
  • El 25 de mayo de 2009, el presidente Evo Morales instituyó el “Bono Juana Azurduy de Padilla” (unos 260 dólares), que es una asistencia económica que reciben las mujeres en estado de gestación y los niños y niñas menores de dos años, comoun intento de disminuir los altos índices de desnutrición y mortalidad infantil y materna en ese país.
  • Bolivia le otorgó altos grados militares póstumos: en noviembre de 2009, el Senado la ascendió póstumamente al grado de Mariscal de la República, declarándola “Libertadora de Bolivia”, sobre la base de las acciones de patriotismo demostradas en bien de la independencia del país.
  • Además, Juana Azurduy de Padilla fue la primera mujer boliviana ascendida al máximo grado militar en la categoría de oficiales. El 6 de agosto de 2011, la Asamblea Plurinacional en la Casa de la Libertad, en Sucre, se le otorgó el grado póstumo de “Mariscala del Estado Plurinacional de Bolivia” en conmemoración de los 186 años de la emancipación libertaria, y el presidente Evo Morales posicionó los grados y el sable de Mariscala del Estado Plurinacional, al pie de sus restos en testimonio de gratitud por su heroica participación en la lucha de la independencia en la guerra contra el imperio español.
  • En la literatura boliviana, Juana Azurduy de Padilla, ha sido fuente de inspiración por parte de las primeras escritoras del país.

En Chile

El grupo de música folclórica chilena Illapu incluyó en su homenaje el tema Juana Azurduy, de los ya citados Félix Luna y Ariel Ramírez, incluido en su álbum “El canto de Illapu” de 1981.

Seguir leyendo: Mujeres que hicieron Patria: Manuela Pedraza

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