Opinión

Ataque a los sindicatos y crisis de la democracia

El debilitamiento de los sindicatos podría haber debilitado a la democracia por vía del crecimiento de la desigualdad.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 27-03-2023 07:36hs

En los últimos años hemos visto la aparición de los Trump, los Bolsonaro y los Milei. Son los emergentes del malestar de la gente con la política. Pero estas figuras también son síntoma de la crisis de la democracia liberal. En su último libro, "Las crisis de la democracia", el politólogo polaco Adam Przeworski indaga cuáles son los hechos de la realidad que permiten hablar de la existencia de tal crisis y cuáles son algunas de sus posibles causas. 

Przeworski lista tres hechos observables para hablar de crisis: a) la erosión de los sistemas de partidos tradicionales, b) el ascenso de partidos y actitudes xenófobas, racistas y nacionalistas, y c) la mengua del apoyo a la democracia reflejado en distintas encuestas de opinión pública. 

Pero ¿Qué fenómenos están por detrás de esta crisis y su expresión en los tres elementos mencionados? Przeworski señala que para buscar su origen “el instinto indica comenzar con la economía”.

En esa línea, menciona los principales cambios económicos desde fines de los 70: el decaimiento de las tasas de crecimiento de los países desarrollados, el aumento de la desigualdad del ingreso, la menor participación de la mano de obra en la industria y el crecimiento del trabajo en el sector servicios (con salarios menores al de la industria). Estos cambios económicos y sociales podrían estar alimentando la crisis democrática que vivimos en la actualidad.  

Cabe aclarar que el autor menciona al inicio de su libro que establecer una explicación lineal entre cambios económicos y crisis de la democracia no es tarea sencilla dados los conocimientos que tenemos hoy en día respecto a estas crisis. También advierte que si bien su investigación se centra en Estados Unidos y Europa, el análisis es en gran medida aplicable a América Latina. 

El resultado de los cambios económicos mencionados es que “desde aproximadamente 1820 todas las generaciones en Europa y los Estados Unidos vivieron y tuvieron la expectativa de vivir mejor que sus padres y, sin embargo, actualmente esa creencia se está haciendo añicos”, señala Przeworski sirviéndose de una serie de estudios de opinión pública que describen el cuadro actual de las sociedades. 

A su vez, detrás de esos grandes cambios económicos se encontrarían dos grandes causas posibles, siempre según él. Primero, la globalización y la liberalización de los mercados. Con ella hubo sectores que perdieron y que no fueron compensados ni con políticas redistributivas ni de ningún tipo. 

En segundo lugar, Przeworski se refiere a la ruptura del “compromiso de clase”. En Estados Unidos, “hasta 1978, aproximadamente, los incrementos en salarios seguían casi con exactitud a los incrementos en la productividad, de modo que la distribución funcional del ingreso era estable. Los trabajadores industriales estaban organizados en sindicatos protegidos por el Estado, con casi pleno empleo; los sindicatos contaban con un poder monopólico sobre los mercados de trabajo. Anticipando que las demandas de aumento de salario excesivas llevarían a las empresas a invertir menos, los sindicatos ejercían un control salarial, cuando se hallaban suficientemente centralizados”, explica. 

“Las políticas de gobierno estaban sujetas a las mismas restricciones que los sindicatos: la imposición excesiva de impuestos a las ganancias reduciría la inversión y, por ende, el consumo futuro. Por su parte, enfrentadas a demandas salariales y fiscales moderadas, las empresas no sólo invertían, sino que además conviven con sindicatos y la democracia. Como resultado, surgió un “compromiso de clase democrático” en forma natural. Los gobiernos gestionaron ese compromiso regulando los mercados, brindando servicios sociales y ofreciendo incentivos a la inversión y la innovación”.  

La ruptura de ese “compromiso de clase democrático” llegó con Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, a fines de los setenta y comienzos de los ochenta. Ambos apuntaron contra los sindicatos como responsables de los males de esas sociedades, e implementaron políticas para reducir su número y, fundamentalmente, su tamaño y poder de negociación. 

Una investigación de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, titulado “Sindicatos y desigualdad en el siglo XX” muestra que la desigualdad del ingreso en aquel país ha variado de manera inversamente proporcional a la densidad sindical a lo largo del siglo pasado. Se trata en verdad de un estudio entre tantos que indagan la relación entre sindicatos e igualdad, tema en el que en los últimos años se han sumado nuevas evidencias. 

Según los datos presentados en esa investigación, a mediados de los 70’s, cerca del 25% de los trabajadores estadounidenses estaban sindicalizados. Actualmente, esa cifra se redujo al 10%. En cuanto a nuestro país, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2014 la Argentina tenía un nivel de sindicalización del 27,7%, contra el 42% del año 2001.

La importancia de los sindicatos para sociedades más justas e igualitarias es reconocida por diferentes actores políticos, sociales y científicos a lo largo y ancho de todo el mundo. Uno de los ejemplos más contundentes ha venido en los últimos años de la mano de Joseph Biden, en Estados Unidos.

El programa con el que fue electo el actual presidente norteamericano decía: “Los sindicatos fuertes construyeron a la gran clase media estadounidense. Todo lo que define que se pueda vivir una buena vida y saber que se puede mantener a su familia, tales como la semana laboral de 40 horas, licencias pagas, cobertura de salud y tener una voz en el lugar de trabajo, se debe a los trabajadores que organizaron sindicatos y lucharon por protecciones laborales”. En otro tramo, la plataforma de Biden señalaba que “actualmente hay una guerra contra la organización, la negociación colectiva, los sindicatos y los trabajadores. Esta guerra se ha estado librando durante décadas, y ha empeorado con Donald Trump”.

En abril de 2021, en un discurso  que resonó con fuerza en nuestro país, (con aquello del Juan Domingo Biden) el presidente estadounidense dijo: “Wall Street (el sector financiero) no construyó este país. La clase media construyó a este país, y los sindicatos construyeron la clase media”.

No debe haber dudas de la importancia de sindicatos que representen y cuiden los intereses de los trabajadores, de cara no solo a una mejor condición de vida de estos, sino del conjunto de la sociedad. Esto debe llevarnos a la reflexión cuando se ven cotidianamente campañas en contra de los sindicatos y se les atribuye responsabilidad por los problemas de la economía y el mercado de trabajo. 

Desde luego, la defensa de los sindicatos y la lucha por organizaciones fuertes, con poder de negociación y de defensa de los derechos de los trabajadores, no debe dejar de lado los cuestionamientos a la dirigencia sindical, la demanda por renovación y transparencia, entre otros temas. 

 

 

Referencias:

Przeworski, Adam (2022). Las crisis de la democracia. Siglo veintiuno editores.

Farber, H., Herbst, D., Kuziemco, I., Naidu, S., (2021). Unions And Inequality Over The Twentieth Century: New Evidence From Survey Data. National Bureau Of Economic Research

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