Carlos Montefusco nació en Avellaneda y actualmente vive en Tandil. Al recorrer sus más de doscientas obras,  le sale a flor de piel el género pictórico que lo caracteriza, como una bandera que flamea orgullosa, emblema de los hechos cotidianos de una sociedad donde enfatiza el universo rural.

Conocedor del ambiente campero, aunque gran parte de su infancia la pasó en la ciudad,  sabe plasmar en cada una de sus obras cómo era vivir en el campo de  antaño,  desde todas las tareas rurales, el paisaje, el gaucho, el andar de los caballos, la expresión del hombre y el animal, hasta la perfección de percibir los olores, los movimientos, el calor del sol agobiante o de una sombra serena del atardecer en tierras bonaerenses.

Montefusco es un autodidacta, pero para cada obra que va a abrazar entre paleta y pinceles, busca documentos, conversa con la paisanada sobre anécdotas camperas, ya que el testimonio oral es una fuente poderosa para plasmar sobre el lienzo,    hace foco en los detalles de cada lugar, juega con imágenes fotográficas antiguas que enriquezcan su trabajo, nada queda liberado al porqué sí…

Contado por él mismo a diferentes medios dijo que,  “a cada lugar que iba dibujaba caricaturas”, o"Se me compara con Molina Campos..., a mí me da vergüenza. Es como comparar a un muchacho que escribe versos con Bécquer. Comparto con Molina Campos el gusto por el tema y el toque simpático de los personajes".

La manera que tiene este pintor bonaerense para difundir la tradición es utilizando el humor. Ha dicho más de una vez que  los gauchos no eran sólo penurias y así lo demuestra en varias pinturas que vale la pena contemplar.

Por Marisa Massaccesi para El Agrario